Si
sentimos curiosidad por conocer qué es el adobe, muy probablemente,
introduciremos el vocablo en el buscador de google y nos encontraremos con
múltiples referencias de corte informático. No es el concepto, definición o significado que buscamos. Adobe es un
artilugio constructivo elaborado a base de arcilla, arena, paja y agua, secado
al calor del sol. Tradicionalmente se le dio forma de ladrillo, si bien en
culturas ancestrales se ha utilizado y se utiliza la mezcla directamente sobre
el paramento a construir, introduciendo muchas veces boñigas vacunas en
sustitución de la paja. Doce o quince mil años contemplan el adobe. ¡Término
moderno, que diría un informático de pro!
Desde
aquellos tiempos, perdidos en la memoria de nuestra insigne humanidad, ha
llovido mucho y lo que la necesidad de cobijo demandaba al muy humilde, pero
eficaz,adobe se ha convertido hoy en un monstruo sagrado adorado por el poder y
sus vasallos. El ladrillo, heredero natural del adobe, que en sí mismo no representa
avance técnico alguno, se ha trocado por arte de birlibirloque en la gran
estrella de nuestros días.
Conocemos
el efecto, pero cuál es su causa?. Me
permito acudir al símil comparativo.
Belén,
no viene al caso su connotación bíblica, en una noche de euforia amatoria
engendra una hija. El padre es un torero y la España cañí la sube a los cielos
en el cesto de mimbre de un globo aerostático impulsado por el calor del helio
que queman los gurús del firmamento mediático. Es el milagro: de la nada, una
estrella en el cielo. Y todos felices, millones de horas dedicadas a ensalzar
las grandes virtudes de alguien que en su currículo solo aporta un polvo y no
de estrellas precisamente. Mitos, tumbas y dioses!.
Un
buen día 15, unos cuantos desharrapadillos -por no identificarlos de alguna
otra manera-, montan su peculiar choza de cartones (tienda de acampada, lo
llaman ellos) en un cuidado emplazamiento, punto de referencia y medida
nacional, para reclamar que están en su derecho de tener también la opción de
ganarse el pan y con ello acceder a la maldita propiedad del ansiado ladrillo.
No son muchos en un principio y emulan o directamente copian formas y modos de
otras reclamantes culturas, éstas ciertamente necesitadas. Éstos otros no son
libres y aquellos, sí. Libertad por libertad, yo te dejo porque no me atrevo
contigo, a pesar de la descomunal diferencia de poder, y todos quedamos libres
de decir y hacer lo que nos venga en gana. Y se origina el gran chollo: no hay
hoy noticia, pues creemos la noticia. Aunque éstos nada tienen que ver ni que
decir como los de aquel año del 68, el poder mediático ve su filón y a por él
se lanza. De la nada crean una nueva estrella,
invitando a todo quisqui a sumarse al gran y gratuito festival. Y el
festival se monta con una algarada vacía de contenido pero vestida de forma muy
atractiva. Hemos alcanzado la modernidad, todos debemos tener opción a poseer
ladrillos de adobe...quince mil años después! Como muestra, hacemos nuestro un
hotel. Nuestros herederos del futuro celebrarán el acontecimiento cada año como
la consecución del gran logro, como la mayor conquista. Bien es cierto, que el
mayor tributo ofrecido al pueblo, por éstos acampados, fue el depositar sus boñigas en la emblemática
plaza como su personal aportación a la cultura del adobe.
Ya
estamos en la fecha fatídica: 2012, el año de la hecatombe, el del fin del
mundo mediáticamente vaticinado por los aztecas, en la que nadie se librará del
padecimiento diario de las vacuas profecías que anuncian plagas más perniciosas
que las de Egipto y más exterminadoras que que las de Hiroshima o Nagasaki. No
estarán propiciadas por las langostas, ojalá fueran marinas, sino por el
humilde adobe llegado a ser moderno ladrillo!.
Pantallas
planas, princesas del éter, príncipes sin estirpe que en días sin fin como
modernos pregoneros, lanzan soflamas a
favor de algo que se mueve sin destino fijo. Pero el movimiento se percibe, se
ve, se oye. Buena noticia!.
Miremos
hacia el poder, se llame político, financiero o de comunicación. Culpémoslo de
su avaricia, incapacidad, egoísmo,
ignorancia e insolidaridad y dejemos tranquilo al humilde adobe que en su
modestia dió cobijo a través de los tiempos a toda una humanidad. No es el
ladrillo - materia inerte en si- culpable de los malos tiempos que vivimos. Son
culpables aquellos que con el mismo criterio crearon belenes, 15 Ms y burbujas
que en un principio estaban llenas de ingenuidad y que fueron transformadas en
bestias para alimento de unos dioses que nunca tendrán un lugar en el Olimpo.
Miklos
P.s.
Sheriff,
te acuerdas de "El gran carnaval" con Kirk Douglas?
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