Picota de Presencio

Picota de Presencio

lunes, 11 de junio de 2012

EL ANUNCIO


     Una vez más, como cada domingo, toda la familia se disponía a dirigirse por la mañana a la pequeña finquita que tenían a unos 10 km. de su casa. En ella, además de sembrar todo tipo de verduras de la temporada, tenían una casita de campo con un salón, chimenea rústica que servía para cocinar, un par de habitaciones y un cuartito de baño. También había un gran almacén, árboles frutales, la huerta y lo más atractivo y deseado por Carlos, Javier y Vivi, los corralitos de las gallinas, palomas reales, conejos y algunos faisanes, así como una piscina-en realidad una alberca- situada en la parte alta del terreno que servía para el riego, pero que cada verano se vaciaba, se limpiaba y se llenaba con agua limpia, por cierto muy fría, ya que procedía de un pozo que había al lado, si bien eso no era obstáculo para que los niños se bañasen.

     Nada mas llegar, se precipitaban corriendo a ver los animales, entraban en el gallinero a recoger los huevos, les daban de comer, cogían los conejitos pequeños, que indefectiblemente querían llevar a casa, así como los pollitos pequeños o alguna palomita, siempre igualmente, tenían los padres que convencerlos de que no era una buena idea sacarlos de su casita, - donde mejor estaban- para llevarlos a la nuestra donde no verían a sus hermanitos, al final, aunque a regañadientes lo aceptaban.

     Sobre la mesa de la casa, Manuel - el casero- dejaba la recolecta de las verduras y los padres las iban metiendo en el coche mientras ellos jugaban, pero ese día, Javier en contra de lo normal, estaba dentro del coche con las puertas cerradas, lo que sorprendió a su padre que abrió una de ellas y le preguntó:
      -Javier ,¿qué haces aquí dentro con el calor que hace?, sal y ve a jugar con tus hermanos.
      -No, estoy bien aquí, pero bueno, ya voy.- y se salío.

     No había pasado mucho rato, cuando la escena se repitió, y esta vez el padre más autoritario y serio le increpó:
     -¡Javier! A ver, dime que te pasa, ¿porqué estás de nuevo aquí?
.    -Es que estoy cogiendo avispas y las guardo aquí dentro porque las necesito -, contesto Javier agachando la cabeza y mirando al suelo.

      El padre horrorizado vió y oyó como volaban y zumbaban unas cuantas en el coche y le ordenó enfadado que abriese las puertas y las dejase salir.
     - ¡ Estás loco, no ves que nos van a picar!.
     -¡No pican papá!, ¡Mira!, y uniendo su dicho al echo, cogió una la puso sobre la otra  mano y la avispa como queriendo darle la razón correteó por ella, se paseó por su brazo desnudo y efectivamente no le picó, la volvió a coger y le dijo al padre:  
     - ¿Lo ves?-  El padre no se lo podía creer, pero insistió en que las sacase y así accedió a su voluntad abriendo las puertas del coche.

     Allí acabó el incidente, el padre se lo contó a su mujer, ambos sonrieron, no sin antes comentar "las cosas de Javier".

Se dirigían ya de vuelta a casa, cuando por el espejo retrovisor notó el padre que a pesar del calor que hacía, Javier llevaba la camisa abrochada hasta el último botón del cuello, por lo que le dijo:
     -¿No tienes calor?, desabróchate el botón que te vas a asfixiar.
     -No papá, no tengo calor, estoy muy bien así-
.
     Carlos y Vivi que iban junto a él se miraron con un gesto de complicidad, pero no dijeron nada y sonrieron.

     Al llegar a casa los tres salieron corriendo y se dirigieron a la habitación de Carlos que era la más grande y les servía de centro de reunión y allí se encerraron. No eran nada anormal, los padres se ocuparon de descargar cuanto habían traído del "huerto".

    
     Al día siguiente, se prepararon para ir al colegio en el autobús que pasaba a recogerlos, Javier portaba además de su cartera un caja de cartón, al preguntarle su madre para que era la
 caja, él le contestó : -  Es un trabajo para el "cole"-.

     Alrededor de las cuatro de la tarde, una hora antes de la salida, llamaron a su madre desde el colegio, para avisarle que Javier llegaría un poco más tarde, porque iría en el segundo turno del autobús, estaba castigado, la madre preocupada preguntó:  -¿ qué ha  hecho?. La profesora la tranquilizó: - no es nada grave, pero lo mejor es que él mismo se lo explique-. La madre preocupada, puesto que nunca había ocurrido antes, llamó a su marido y le pidió que viniese lo antes posible para que estuviese presente y oyese la versión de lo sucedido.
     Llegó enseguida y antes de que apareciera Javier, preguntaron a sus hermanos si sabían lo que había pasado, pero ellos se quitaron del medio argumentando que estaban en otra clase y nada sabían. Apareció el "gran" Javier, con su cajita debajo del brazo, y venía tan campante. Cuando sus padres le preguntaron porqué lo habían castigado, él contestó que por nada malo y con toda naturalidad se dispuso a iniciar su relato.
     - Ha sido por lo del anuncio-
     -¿Qué anunció?, los padres no salían de su asombro.
     -El de la avioneta que pasa por la playa con el anuncio colgado detrás, ¿no lo habéis visto?
   . -Explícate, no entendemos nada. Los padres no podían salir de su asombro.
     -Veréis- dijo Javier, ¿os acordáis de las avispas que estaba recogiendo ayer en el "Huerto?, papá me dijo que no las podía dejar sueltas en el coche así que como ya dije, las necesitaba, así que para obedecer a papá, lo que hice fué ponérmelas dentro de la camisa, por eso me tuve que abrochar hasta el cuello. ¡A mí no me pican!. Cuando llegamos a casa, con Carlos y Vivi, las puse en la caja de cartón con agujeritos para que respiraran y preparé el anuncio.
     -¿Qué anuncio?, dijeron los dos a la vez.
     -Veréis, primero lo hice con moscas, pero se caían no podía volar, entonces Carlos me dijo que necesitaba un motor más potente así que pensé en las avispas.
     Los padres cada vez estaban más perplejos y le instaron a que continuara.
     -Bueno, pues cuando ya estaba preparado, las llevé al "cole", y las solté, fué fenomenal, volaban estupendamente, solté seis, y toda la clase se quedó flipando, pero son unos cobardicas y tenían miedo, ¡La que se armó!.
     -¡Vamos Javier!, ¿Qué es lo que soltaste?. Dijo el padre desesperado.
     -Esto, respondió Javier: Abrió la caja y con estupor, asombro y alucinación vieron como las avispas salían volando portando un papelito  rectangular que remedaba el anuncio de la avioneta y decía "BEBA COCA-COLA. Los padres tuvieron que volver la cabeza para no romper en una sonora carcajada.

EL BARDO.

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