Una vez más, como cada domingo, toda la
familia se disponía a dirigirse por la mañana a la pequeña finquita que tenían
a unos 10 km. de su casa. En ella, además de sembrar todo tipo de verduras de
la temporada, tenían una casita de campo con un salón, chimenea rústica que
servía para cocinar, un par de habitaciones y un cuartito de baño. También
había un gran almacén, árboles frutales, la huerta y lo más atractivo y deseado
por Carlos, Javier y Vivi, los corralitos de las gallinas, palomas reales,
conejos y algunos faisanes, así como una piscina-en realidad una alberca-
situada en la parte alta del terreno que servía para el riego, pero que cada
verano se vaciaba, se limpiaba y se llenaba con agua limpia, por cierto muy
fría, ya que procedía de un pozo que había al lado, si bien eso no era
obstáculo para que los niños se bañasen.
Nada mas llegar, se precipitaban corriendo
a ver los animales, entraban en el gallinero a recoger los huevos, les daban de
comer, cogían los conejitos pequeños, que indefectiblemente querían llevar a
casa, así como los pollitos pequeños o alguna palomita, siempre igualmente,
tenían los padres que convencerlos de que no era una buena idea sacarlos de su
casita, - donde mejor estaban- para llevarlos a la nuestra donde no verían a
sus hermanitos, al final, aunque a regañadientes lo aceptaban.
Sobre la mesa de la casa, Manuel - el
casero- dejaba la recolecta de las verduras y los padres las iban metiendo en
el coche mientras ellos jugaban, pero ese día, Javier en contra de lo normal,
estaba dentro del coche con las puertas cerradas, lo que sorprendió a su padre
que abrió una de ellas y le preguntó:
-Javier ,¿qué haces aquí dentro con el
calor que hace?, sal y ve a jugar con tus hermanos.
-No, estoy bien aquí, pero bueno, ya
voy.- y se salío.
No había pasado mucho rato, cuando la
escena se repitió, y esta vez el padre más autoritario y serio le increpó:
-¡Javier! A ver, dime que te pasa, ¿porqué
estás de nuevo aquí?
. -Es que estoy cogiendo avispas y las guardo
aquí dentro porque las necesito -, contesto Javier agachando la cabeza y
mirando al suelo.
El padre horrorizado vió y oyó como
volaban y zumbaban unas cuantas en el coche y le ordenó enfadado que abriese
las puertas y las dejase salir.
- ¡ Estás loco, no ves que nos van a
picar!.
-¡No pican papá!, ¡Mira!, y uniendo su
dicho al echo, cogió una la puso sobre la otra
mano y la avispa como queriendo darle la razón correteó por ella, se
paseó por su brazo desnudo y efectivamente no le picó, la volvió a coger y le
dijo al padre:
- ¿Lo ves?- El padre no se lo podía creer, pero insistió
en que las sacase y así accedió a su voluntad abriendo las puertas del coche.
Allí acabó el incidente, el padre se lo
contó a su mujer, ambos sonrieron, no sin antes comentar "las cosas de
Javier".
Se dirigían ya de vuelta a
casa, cuando por el espejo retrovisor notó el padre que a pesar del calor que
hacía, Javier llevaba la camisa abrochada hasta el último botón del cuello, por
lo que le dijo:
-¿No tienes calor?, desabróchate el botón
que te vas a asfixiar.
-No papá, no tengo calor, estoy muy bien
así-
.
Carlos y Vivi que iban junto a él se
miraron con un gesto de complicidad, pero no dijeron nada y sonrieron.
Al llegar a casa los tres salieron
corriendo y se dirigieron a la habitación de Carlos que era la más grande y les
servía de centro de reunión y allí se encerraron. No eran nada anormal, los
padres se ocuparon de descargar cuanto habían traído del "huerto".
Al día siguiente, se prepararon para ir al
colegio en el autobús que pasaba a recogerlos, Javier portaba además de su
cartera un caja de cartón, al preguntarle su madre para que era la
caja, él le contestó : - Es un trabajo para el "cole"-.
Alrededor de las cuatro de la tarde, una
hora antes de la salida, llamaron a su madre desde el colegio, para avisarle
que Javier llegaría un poco más tarde, porque iría en el segundo turno del
autobús, estaba castigado, la madre preocupada preguntó: -¿ qué ha
hecho?. La profesora la tranquilizó: - no es nada grave, pero lo mejor
es que él mismo se lo explique-. La madre preocupada, puesto que nunca había
ocurrido antes, llamó a su marido y le pidió que viniese lo antes posible para
que estuviese presente y oyese la versión de lo sucedido.
Llegó enseguida y antes de que apareciera
Javier, preguntaron a sus hermanos si sabían lo que había pasado, pero ellos se
quitaron del medio argumentando que estaban en otra clase y nada sabían.
Apareció el "gran" Javier, con su cajita debajo del brazo, y venía
tan campante. Cuando sus padres le preguntaron porqué lo habían castigado, él
contestó que por nada malo y con toda naturalidad se dispuso a iniciar su
relato.
- Ha sido por lo del anuncio-
-¿Qué anunció?, los padres no salían de su
asombro.
-El de la avioneta que pasa por la playa
con el anuncio colgado detrás, ¿no lo habéis visto?
. -Explícate, no entendemos nada. Los padres
no podían salir de su asombro.
-Veréis- dijo Javier, ¿os acordáis de las
avispas que estaba recogiendo ayer en el "Huerto?, papá me dijo que no las
podía dejar sueltas en el coche así que como ya dije, las necesitaba, así que
para obedecer a papá, lo que hice fué ponérmelas dentro de la camisa, por eso
me tuve que abrochar hasta el cuello. ¡A mí no me pican!. Cuando llegamos a
casa, con Carlos y Vivi, las puse en la caja de cartón con agujeritos para que
respiraran y preparé el anuncio.
-¿Qué anuncio?, dijeron los dos a la vez.
-Veréis, primero lo hice con moscas, pero
se caían no podía volar, entonces Carlos me dijo que necesitaba un motor más
potente así que pensé en las avispas.
Los padres cada vez estaban más perplejos
y le instaron a que continuara.
-Bueno, pues cuando ya estaba preparado,
las llevé al "cole", y las solté, fué fenomenal, volaban
estupendamente, solté seis, y toda la clase se quedó flipando, pero son unos
cobardicas y tenían miedo, ¡La que se armó!.
-¡Vamos Javier!, ¿Qué es lo que soltaste?.
Dijo el padre desesperado.
-Esto, respondió Javier: Abrió la caja y
con estupor, asombro y alucinación vieron como las avispas salían volando
portando un papelito rectangular que
remedaba el anuncio de la avioneta y decía "BEBA COCA-COLA. Los padres
tuvieron que volver la cabeza para no romper en una sonora carcajada.
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