Picota de Presencio

Picota de Presencio

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Minaretes

Martes, 01 de diciembre de 2009
Vaya por delante que no soy precisamente un mea pilas ni, por supuesto, un xenófobo más de los muchos que abundan enfundados en el codón protector de lo social, religioso y políticamente correcto. No practico esa profilaxis.
La noticia del día no es la subida del crudo brent, el último apretón de mano de Obama, la postrera ocurrencia de Zapatero, la oscilación de la bolsa o los raptos de las sabinas. La noticia, la de gran alcance a mi entender, es la de la expulsión constructivamente hablando de los minaretes de la arquitectura suiza, mejor dicho: la exclusión del símbolo islámico que -ese país alpino, aburrido, frío, calculador y exacto- ha propiciado con su súbito e inesperado voto, muy democrático por cierto, hace a penas veinticuatro horas. No les gustan o no los quieren los suizos, pues creen que se asemejan a intimidadores misiles y que por ende representan símbolos de apariencia fálica, vamos que para ellos y ellas son malas copias modernas del faro-falo de Archidona que tan ingeniosamente describieron en sus cartas Canales y Cela.
No es banal ni frívolo el hecho. Afecta, y de qué manera, al islamismo y al cristianismo, a oriente y occidente. Nos afecta a todos nosotros, que en definitiva aquí estamos, en el occidente –digamos- claramente cristiano. ¿Qué alcance tiene ese singular referéndum? La Vanguardia, en su encuesta, dice que seis de cada diez consultados están de acuerdo con los suizos. Daneses, alemanes, franceses e italianos se han sumado, al menos dando su conformidad, a ese voto tan políticamente incorrecto e incluso en Italia se ha pedido que la Cruz quede estampada en su bandera. Insinuaba en mi primer comentario que algo de movía, que las canciones de Navidad comenzaban a oírse con fuerte y buen tono.
Es norma, que a una invitación se corresponda con otra, sin importar cuan aparentosas sean ambas. También es relevante que se respete la de que el que llega sea bien acogido y el que va, también. Si vienen minaretes, que vayan campanas. Ese es un juego justo. ¿Está vigente ésta simple regla de urbanidad? Me temo que no, pero Suiza de forma contundente está diciendo no a esa invasión del vientre –la frase no es mía, sino de Gadafi- que silenciosamente está propiciando que nuestra historia occidental viva en un futuro no muy lejano un nuevo 711. Dicen que el dinero es temeroso, pero los valientes suizos parece que prefieren correr el riesgo de que los petrodólares no fluyan hacia sus bancos y que sus políticos se den cínicos golpes de pecho antes que perder su identidad. Puede ser el coste de su libertad.
Miklos