Una doble falta del serbio
al servicio, fué la espita que dió salida a la mayor explosión de alegría
observada por mí, en el recio, vigoroso y rocoso atleta, que se esconde detrás
de la apariencia noble y sencilla, de un joven español de los que aún sienten
con verdadero orgullo, serlo.
La doble falta, solo es un lance más del
juego, pero ésta, esta doble falta, lleva intrínsecamente adosada la sensación
de sumisión, miedo, rendición ante la reconocida superioridad del rival,
sometimiento al dominio, no tanto al juego en sí -hay que reconocer su extrema
clase y habilidad- sino a la expresión de acatamiento ante la autoridad que ese
"todo individual", cubierto por un halo deslumbrante e impactante, es
capaz de desequilibrar a cualquiera, incluso al número uno. Ese joven afable y
limpio, nos ha deparado una vez más, y van siete, las mayores satisfacciónes
haciendo nuestras sus victorias en tierras galas.
La doble falta se fraguó en el transcurso
de tres horas y media, hubo altibajos, hubo despertares serbios cuando sus ojos
olvidaron mirar a quien habia enfrente, pero los golpes maestros, las bolas
imposibles, no fueron suficientes. Había que que imponer su juego, había que
minar sus defensas, pero éstas, con su incansables brazos y mente, nunca se
rinden.
Las muestras de desequilibrio, rotura de
raqueta, de banco y malos modos, fueron preparando con paso lento pero firme el
camino propicio para ....., esa doble falta.
¡Gracias, Campeón!, no sólo nos devuelves
la escasa dignidad que nos va quedando, no sólo haces un "siete" a la
Torre, no sólo ganas batallas honorables para tí y tu pueblo, sino que además
las ganas donde más te zahieren, donde más les molesta, en su propio suelo.
La Eiffel se tambalea con el peso
imposible de soportar de tu fuerza y tus trofeos, no cazarás más aviones con la
raqueta, te bastará alzar tus copas para deslumbrar a los
"graciosos".
Y a nosotros, a nosotros nos has proporcionado
la mayor emoción -ya parece imposible sentirla en nuestra tierra- al oir el
maravilloso himno de España, con la buena gente puesta en pié y con silencio impresionante, haciendo aún más
grande el orgullo de ser español.
Ahora que que tanto poder puedes
irradiar,¿No te sería posible influir para que se traladase la final de la copa
del Rey a esos lares?. Sería una oportunidad para repetir la experiencia del
silencio. Aquellos que tanto pitaban ¿seguirán siendo tan necios de no sentir
nada ante la grandeza que desprendes cuando serio, emocionado y orgulloso oyes
el himno como signo del triunfo conseguido?.
Gracias Rafa, hoy una vez más, siento que
te debemos algo.
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