Picota de Presencio

Picota de Presencio

martes, 27 de abril de 2010

VIAJE TURÍSTICO A ANTEQUERA

De nuevo aquí me dispongo a realizar la crónica del viaje que nos llevó a la comida organizada, esta vez, por el amigo enrique López Uralde.

Los personajes siguen siendo los mismos en presencia, pero ha cambiado algo en esencia.
Aquel gesto impagable del distinguido chofer de recogernos en marbella, ha pasado. ahora se propone cita en lugar intermedio, que vale,
pero no es igual, algo de glamour se ha perdido.
hecho este pequeño inciso, y personados puntualmente en el lugar de encuentro, acudió al lado y nos invitó a subir al magnífico vehículo.
acomodados ya, se inicia la ruta rumbo al destino, cada uno en su sitio, el respeto es el respeto.
Enseguida notamos algo diferente en el conductor, tenía un pinganillo al oído, incluida la antena, hacía sospechar quizás falta de atención
a los señores, sobre todo al mandamás y copiloto, que lo observaba con extrañeza.
Ambos quisimos disculparle, estábamos de acuerdo sin mediar palabra, sólo hizo falta un gesto cómplice del calvo, giro de cabeza hacia atrás y asentimiento gestual del bardo.
Ambos creíamos que en un impulso de bondad, conectó directamente el pinganillo al GPS para liberarnos de la molesta retahíla de la "sabia" que te obliga a girar, salir o entrar de la a-5 o la a-7.
Pero poco duró nuestra creencia, el silencio inusual que manteníamos, se rompió de inmediato, empezó a hablar con monosílabos al principio, sí, no, ya, bueno, hacía pensar que el GPS era tan moderno, que permitía hablar con la "sabia".
Luego la conversación se hizo más fluida, nos equivocamos, no hablaba con el GPS, eran citas, hablaban de negocios, descubrimos sin querer que se
trataba del pluriempleo, ¡cómo osa!, sin notificarlo ni pedirlo al jefe.
Entre tanto, el mandamás le advirtió de la necesidad de colocarse el cinturón, distracción insospechada en anteriores ocasiones, la falta de atención se hacía patente.
A continuación, se desconecta y con gesto de contrariedad, argumenta:
-¡vaya!, se me ha olvidado repostar, tendré que parar más adelante.
¡Ambos nos miramos, dos faltas graves añadidas a la terrible infidelidad!
llegados ya al surtidor, mientras se bajaba para llenar el depósito, nos permitió comentar en su ausencia, que debíamos comprender su acción laboral extra,
Puesto que era escaso, mas bien nulo, el salario que percibía de nosotros, ¡cómo si no, iba a poder costear nuestros viajes!, este argumento no sólo sirvió de absolución, sino que reforzó nuestro cariño, agradecimiento y precocimiento de su generosidad. hasta que se harte.
lo recibimos con sonrisas, se instaló de nuevo la concordia, la frialdad desapareció, el pinganillo se guardó y reanudamos la conversación fluida y alegre de siempre.
Tal es así. que al pasar por Casabermeja y haciendo gala de su conocimiento turístico y gastronómico, nos recomendó un magnífico restaurante llamado el puerto, todo volvía a la normalidad, como era su obligación,¡ así daba gusto!.
De pronto, surgió un tema de no mucha actualidad, la crisis económica, aquí de nuevo afloró la inquietud, la preocupación por los esquemas mentales del pluriempleado, observamos absortos su cambio de semblante, se le iluminaron los ojos, se agrandaron las pupilas, comenzó a desvariar, y soltó sin pestañear "esto se debe a la teoría de la histéresis de costos". los sudores afloraron de momento por la calva del calvo, la palidez se hizo intensa, mis manos empezaron a temblar de tal manera que al tener una apoyada en el botón de apertura del cristal trasero, de pronto sin esperarlo se abrió y penetró una ráfaga de aire frío, que junto con el ruido correspondiente, aún heló más el ambiente.
Nos trató de hacer comprender su moción, puso en ello todo su empeño, pero aunque ambos inclinamos la cabeza en señal de asentimiento, una rápida mirada entre nosotros no dejaba lugar a dudas de nuestro desconocimiento.
De todo ello en mi corto entender, sólo me quedó la conclusión de que el problema consiste en gastar más de lo que se gana, cosa muy corriente en el seno familiar que siempre lo provocan las mujeres por la manía que tienen de tener algo mas que la vecina, pero en todo caso como conclusión y por reducción al absurdo, el nombre adecuado sería "histeria familiar" en vez del erróneo "histéresis de costo" expresión que nadie conoce y, ya se sabe, cuando no se conoce no se llega a ninguna parte. me remito al corolario que se producirá al final de este comentario.
Pero la cosa no se quedó ahí, parecer ser, según su teoría, que el mejor entendimiento se completa con "un gráfico asintótico". quiso parar en una venta donde hubiera pizarra, ya sabes, esas de los menús, pero por ahí ya no pasamos, nos negamos, pero eso sí con profunda educación y delicadeza.
de esta exposición, también yo saqué mi conclusión, el tema del grupo de "asintotas" debe ser, algo así como un grupo flamenco, pero de peor catadura, ¡el nombre no se puede aguantar! la narración de este caso nada tiene que ver con la realidad, en ella se agranda y magnifica el estupor. ¿cómo puedo explicar yo las preguntas del calvo y las que también me surgían pero no me atrevía a formular?
De toda esta situación sólo con gestos pudimos acordar que este muchacho, tan guapo, tan gentil y educado de un tiempo a esta parte, en su afán de aprender, para codearse con nosotros, había perdido el norte, estudia de día y de noche, ni descansa ni duerme, habrá que tenderle una mano y procurar que se calme.
Por lo extenso de la teoría, nos plantamos ya en Antequera, Niky, nombre otorgado al licenciado en favor de sus méritos, pareció titubear con la dirección que debía tomar para llegar al destino, así que optó por llamar a un amigo oriundo del lugar, tendió su teléfono al mandamás, le dictó la numeración y el copiloto empezó a funcionar, llegó con diligencia a marcar los tres primeros, pero, entre que no ve muy bien, que el aparato del Niky, tiene más letras que números, y que los dedos del calvo no están hechos para la finura del momento, aquello no funcionaba, a todo esto, la marcha seguía, el tour de la ciudad se extendía.
Harto ya de tanto esperar, el conductor, en un alarde de habilidad, trincó el móvil marcó, conectó con su amistad y se puso a preguntar. la conversación se prolongaba, y con buena decisión le pasó la comunicación al copiloto, con la recomendación de no tocar para que pudiera retransmitir el itinerario a seguir.
Ahí me di cuenta que ser copiloto no está al alcance de todos, ¡qué fluidez!, ¡qué pausa!, qué interpretación sobre la marcha, fue de maravilla.
Continuamos sin parar y siguiendo sus instrucciones, nos dirigíamos satisfechos por la calle cuando topamos de improviso, primero: con el corte de la misma que obligaba al giro a la derecha y segundo: con un sujeto colocado en la esquina que vestía de verde y portaba una caja de herramientas amarilla (muy conjuntado él). al vislumbrarlo, el piloto giró el volante de inmediato y nos acercó al viandante. Emergió entonces con decisión una bella calva por la escotilla y conversó con intención pidiendo la última indicación para llegar al destino. la ruta a seguir, le dijo el individuo, ¡es la del valle de Abdalajis punto de referencia el Torcal!
Con esa tal precisión, cerró el calvo la escotilla, se lo comunicó al que guiaba y proseguimos el camino. quiso el hábil conductor aplicar el suceso a su amigo antequerano. el corte de la calle lo promovió él para evitar equívocos en la dirección y el de verde y amarillo (referente llamativo) era un propio también colocado por él, para mayor gentileza: calvo y bardo asintieron por respeto, pero aquello no se tragaba por más voluntad que se prestara.
Llegamos... al campo, solo olivos y pasto, el copiloto, interesado en la gestión, divisó tres personas, de campo, es decir, tenían botas de campo, pantalones de campo, gorras de campo, no había duda eran de campo, pero para mayor seguridad, se apeó con agilidad posó los pies en un gran charco, también de campo, habló con ellos y volvió de inmediato..
Al entrar en el coche, manchó un poco la alfombrilla, menos mal que el barro era autentico, eso calmó al conductor.
Nos explicó la conversación, acopió nuevos datos, y siguiendo sus instrucciones proseguimos "la aventura".
Ya fuera del campo, y persiguiendo el semáforo, punto clave para llegar al destino asegurado por los informadores, ocurrió que erramos en la orientación de nuevo y nos dirigimos sin dilación a los magníficos depósitos de agua de la ciudad, grandiosos, espectaculares. el único inconveniente era que estaban en la acera de enfrente y no se podía disfrutar de su visión con detalle. todos estuvimos de acuerdo, semejante atracción había de disfrutarse de cerca y con atención. no dudamos, daríamos la vuelta, regresaríamos, pero qué lejos estaba la vuelta. menos mal que divisamos una venta, giramos, entramos en el aparcamiento y tanto el calvo como el bardo, sin poder reprimir el impulso turístico despertado, quisieron conocer también su interior, y mientras, el licenciado chofer procedía a la difícil maniobra de dar la vuelta al vehículo. entramos diligentes en el local hermoso, amplio, limpio, lleno de todo menos de personas, aparecieron dos señoras sin duda las dueñas, a la caza de dos clientes. pronto notaron su error, pero de todas formas, haciendo gala de amabilidad infinita, nos enseñaron el local a la vez que nos indicaron de nuevo que la clave del enigma estaba en el semáforo.
Debe ser muy conocido y famoso, todo el mundo lo nombraba pero nosotros no lo encontrábamos. de regreso al vehículo, nos encaminamos primero a los depósitos y luego al famoso semáforo, puerta y faro del destino. tanto habíamos disfrutado tanto habíamos investigado, creímos conveniente hacer partícipe de nuestro gozo al anfitrión antequerano, lo llamamos para que disfrutase con nosotros de su ciudad. le explicó el copiloto nuestra situación con todo detalle, estamos en la calle, hay casas de colores, contenedores de colores, enrique inteligente enseguida se situó, nos instó a llegar a la rotonda donde un golfista apuntaba con el palito y la pelota al campo de golf, por eso no necesita señalización. y allí sentaditos en el coche esperamos su llegada, cuando él llegó nos agradeció la atención sin bajarse de su coche y nos pidió que le siguiéramos, así lo hicimos. el recorrido fue muy bello, y gracias a él al fin llegamos. con la emoción del momento, el mandamás dejó el teléfono abierto (como no era suyo...) ensalzó al anfitrión, lo enriqueció en un momento y cuando abundaba en sus excelencias se oyó la voz del interesado que dijo: -que no soy tan rico!. la sorpresa nos invadió, acudió raudo al aparato y con temblorosa voz, musitó: -menos mal que nada malo he dicho. y por fin, cortó la comunicación.
toda esta aventura ni que decir tiene, ha sido impagable, irrepetible, jamás nadie podrá disfrutarla.
He de decir que el recibimiento fue entrañable, ya todos estaban allí , habían llegado dos horas antes, pero eso sí, no habían conocido, ni el campo, ni la venta ni los depósitos ni el semáforo ni la estatua del golfista apuntando a los hoyos. así pues termina el magnífico recorrido de Marbella al restaurante cinco estrellas, la vuelta es otro tema.
Pepe Viano
nota al lector:
Si nota en la narración que el autor es el que mejor parado queda
no es fruto del azar, todo estaba premeditado.