Picota de Presencio

Picota de Presencio

domingo, 27 de marzo de 2011

DESAVENENCIAS DIALÉCTICAS

LOS ANTECEDENTES
Sin una somera  exposición de motivos, que diría algún leguleyo, no se entenderían los pequeños escritos que se someten a vuestra benevolente lectura a continuación. Así pues, expongo.
Entre nosotros no es trivial el ritual dominguero, qué aunque  suena mal eso de dominguero, es el que ponemos en escena,  desde hace ya algunos años, todos los domingos a las nueve en punto de la mañana en el poético, perfumado y afamado local de Platero. Elegante mesa  -rococó puro- con mantel de hilo  egipcio y servicio de vinagreras de cristal de bohemia, rodeada a su vez de cuatro silloncitos de indefinible estilo, de los que tres acogen nuestras descansadas posaderas –entended que son horas propias casi del amanecer- prestando el cuarto el impagable servicio de ser depositario provisional de periódicos y en alguna que otra ocasión el noteboock de un bardo recién llegado a eso de la informática.
El ritual comienza, no obstante, con bastante antelación.  Somos como la terna que tiene cita puntual en la plaza: Aseo cuidadoso, sin mozo ni cuadrilla -los tiempos están jodidillos- y con los trajes de luces en el armario pues toca vestimenta campera. Ya son las ocho y media. Bardo y calvo, o al revés según estén los tiempos, inician el paseíllo camino de la plaza invocando siempre al dios del tiempo  que les concedan el privilegio de llegar a sus puestos  con algunos minutillos o aunque sean con algunos breves  instantes de antelación sobre el veterano de la plaza. Se ha contabilizado, por el secretario de la plaza, solo una vez que esto sucediera. Eso si, bardo y calvo lagrimearon de emoción ante la constatación del infrecuente hecho.
A lo largo de muchos domingos la liturgia fue inamovible.  El veterano, que exceptuando una vez, siempre ocupaba su asiento con minutos de anticipación sobre sus dos compañeros de terna, pedía a la solícita y esbelta camarera de impecable uniforme azul su café doble con leche en taza grande y media de churros (tres), extendía su periódico sobre la mesa, azucaraba café y churros y con parsimonia se comía dos, dejando el tercero sobre el plato a la espera de que llegasen los otros dos protagonistas del festejo. Llegados éstos sonrientes y felices, comandaban lo mismo, tomaban sus asientos prefijados por el tiempo  y en la espera de ser servidos como ellos se merecen, el calvo sin previo toque de clarines cambia el tercio y liquida como si de un quite a destiempo se tratara  -sombrero en mano con tímido gesto de pedir permiso- el tercer churro, no sin antes ofrecer compartir el quite sisado. Total cuatro churros para él, tres pata el bardo y dos para el veterano. Así domingo tras domingo.
Pero algo cambió: la veteranía es un grado y el veterano en la plaza cambió por sorpresa los componentes de su desayuno. Pasó de los churros, solicitó una buena rebanada de pan cateto y manteca con zurrapa para untar, conservando la tradición del café. Por lo demás, el ritual fue el mismo: partir la tostada en tres, untar solamente una parte, reservar las otras dos y esperar periódico sobre la mesa la inminente llegado de los otros dos.  El calvo devoró su parte con medio bote de zurrapa encima. El bardo, siempre prudente, hizo lo propio son la suya con mucha menos manteca. Y llegaron sus dos medias raciones de churros. El veterano pidió a cada uno de ellos un churro, y así las cosas comió exactamente igual que sus compañeros de terna: café doble con leche, dos churros y un tercio de tostada. No hay nada como la equidad. Pues no!
En los sucesivos encuentros el calvo, con pica en ristre, intentó por todos los medios recuperar su ventaja y optó por lo fácil: me cojo otro churro y que la cosa quede como antes, tres, dos y uno. Soy producto de la postguerra e hijo de familia numerosa, si no corro me quedo con hambre, confiesa con aplastante naturalidad. Por ser obvio, no es preciso relatar la defensa numantina del bardo sobre el derecho a deglutir el churro en cuestión.
Todo lo anterior dicho suena peor de lo que es en realidad, pues calvo, bardo y veterano han reído más si cabe con las trile que cada domingo se plantea en la mesa. Y fue por el hecho de rematar el toro que se dejo, en un alarde de vanidad y arrogancia, vivo en la plaza el calvo lo que originó que los tres de la terna se mandaran sus estiletes envueltos en papel.
Miklos

RIPIOS DE  MIKLOS A F.M.O.

¡Místico personaje don Francisco!

Arrebatos florares sufre
Entre estrofa y estrofa.

Cual abeja hacendosa
Busca con parsimonia
Néctar para alimentar su verbo,
Hallando su sustento
En algún que otro desmallado verso.

Atinado el punto, la rima y la flor
Lo lee y relee hasta alcanzar el éxtasis,
Con la certeza
De aquel que se siente preferido
Entre los del parnaso.

Aplausos, elogios, parabienes
Para el poeta
De mirada aguamarina
Y sonrisa esbozada!

No hubo en Hispania
Ni en tierra conocida
Ni en el reino de lo etéreo,
Poeta que encontrara musa
Ni loara
Rosa, gitanilla, lirio
O gardenia….
¡Como Carlos Gardel!

En Platero, entre aromas y otros olores, a 25 de febrero de 2011
Miklos
ESCRITO DE DENUNCIA  DE F.M.O.
En Marbella, domingo 27 de febrero de 2011.
!Se ha cometido un delito!
El robo de un churro
¡Mi churro¡
No fue la conjunción planetaria entre Obama y ZP, según la teoría de los “pajinianos”,
Solo fue una maquinación de los, conspiradores marbellíes, urdida por los “capos” conocidos como: El Bardo y Miklos.
¡Ese churro me pertenecía!, y mis ojos comenzaron a lagrimear, ante mi desgracia.
Desde la pérdida de Cuba y las Filipinas no hubo mayor acontecimiento, para un prócer ciudadano, con aspiraciones imperiales. ¡Una tragedia!.
Los conspiradores henchidos, se miraron complacidos, con sonrisas malévolas, por la trama hilvanada, y con gran astucia, me dijeron:
¡No vayas a denunciar a los maderos!, tu figura es más estética con el estómago pegado a la columna vertebral.
No les dí la razón a los cómplices, ni los denuncié a los Tribunales, en éstos se pierden muchas causas justas y nobles, y si gano, en el mejor de los casos, me devolverían el churro a los cinco años, tan “chuchurrio”, como el miembro del que antes “presumía”.
Francisco Muñóz Ortega

RESPUESTA DE MIKLOS CON UNOS RIPIOS
De Machín a Gardel,
De la gardenia a la amapola,
Es el calvo que más mola
Entre las flores de miel.

No nació poeta
Sino pelotero,
Pero andando la vida
Llegó a ser versero.

El veleta destino quiso
Que el gol churrero
En vigoroso verso se convirtiera,
No sin prever
Que del arte no se vive,
Y que para comer
Harina, masa, agua y sal
Buenas manos, sin más talento,
Han de freír muy atentas,
Que el frito quede,
Tan ligero  y hueco,
Como  búcaro vacío de flor.

El arte del churrero es cálido,
Cercano, pero efímero.

Y un poeta futbolero,
por mor de ser fullero,
no puede competir al instante
con el quiebro que, el  bardo ripiante,
 da sin cesar al churro  de Platero.

Miklos

RIPIOS DEL BARDO EN CONTESTACIÓN A LA DENUNCIA:
EL CHURRO
Aves pululan el cielo, sobre 
agua, trigo, mar y olivar.

El jilguerillo pinturero, en el dorado trigal
el gorrioncillo pizpireta, en el verde olivar
el martín veloz, en el arroyo es pescador
y la blanca gaviota, sobre el mar no se agota.

Con  esos componentes,
la transformación es imponente
hasta el calvo que más mola
olvida rosa, clavel y amapola

Dejando su condición de versero
miró con ojos de deseo y desespero
el nutrido plato, ramillete churrero
y ahí se acabó el caballero

En tan delicado momento
pareció sonar un lamento
ser un halcón se imagina
y en sus garras los hacina.

Su osadía es tan grande
que no respeta el talante
el asombro del percance
a Bardo y Miklos dejan en trance.

Ni hubo robo ni hubo inquina
sólo afloró intuición repentina

Como Bardo precavido
acudí con presteza
a conservar mi pieza
la suya la había comido.

Con quiebro futbolero
incluso al son del bolero
a Machín o a Gardel tolero
pero perder el churro... eso ¡¡¡No quiero!!!.
EL BARDO.
NOTA DEL AUTOR: el "NO QUIERO", dicho con desesperación, tristeza, acritud y agotamiento. STOP.

sábado, 5 de marzo de 2011

EL

Ya desde su más tierna infancia fue una criatura singular, tenía un carácter creativo, era inquieto, despierto y atrevido.
Destacaba en cuantas disciplinas se lo proponía. Enseguida apuntó buenas maneras para el estudio y el deporte, sobre todo para el fútbol, cuando "apuntaba" a las espinillas del adversario, nunca fallaba.
Siendo ya un muchachote, en el colegio brillaba por su frescura de espíritu. Su singular y espontánea personalidad le granjearon sin excepción,( no se tiene en cuenta a algún que otro hermano marista), la simpatía de todos sus compañeros.
Esas innatas cualidades suyas le llevaron ya en pleno siglo XX, a proclamarse con toda justicia el ANTI-CRISTOBAL COLÓN, al conseguir Él solito, descubrir que en el mapa-mundi del colegio no estaba América del Norte, motivo por el cual, desenfundando sus dos Colts 45, al unísono, (cosa inédita hasta ese momento),permitió que apuntando hacia el techo de la clase los disparase a la vez , soplando con enorme sangre fría y tremendo dominio de sí mismo, el humo desprendido por sus revólveres. Enfundó con la celeridad del rayo,al mismo tiempo que coordinaba grácilmente el vaivén de sus caderas.
El entusiasta público presente le coreaba como un sólo hombre repitiendo sin cesar :"Sheriff mátalo, mátalo", con los ojos inyectados de sangre y el odio a flor de piel.
Esa prestancia y habilidad, le valieron el nombramiento secular de "EL SHERIFF", reconocido universalmente.
Pasaron algunos años más, adquirió el aspecto de mocetón, y como quiera que los exámenes del siguiente paso en su ascenso formativo habían de ser superados fuera ya del colegio, marchó raudo y veloz a Granada.
Ante el Tribunal compuesto para tales menesteres, presentose con toda naturalidad carente siempre de miedo o nerviosismo, su talante firme y osado se lo impedía, por la fuerza que le proporcionaba sentir el peso de sus revólveres enfundados.
No tuvo otra ocurrencia el mencionado Tribunal que preguntarle un tema insustancial y sobre todo "archiconocido" por Él, como era la signosis del motor de arranque, se le iluminaron los ojos, las mejillas se colorearon, se armó con una tiza, y precipitándose sobre la pizarra con soltura no exenta de una pizca de chulería, pintó un magnífico cuadrado, colocando armoniosamente en el centro un circulito para la introducción de la llave, supuesto elemento preciso para dar vida a dicho motor. Siendo como era "perfeccionista" en sus asuntillos, quiso ir por nota, y antes de volverse, encaró de nuevo el encerado y aportó la versión doble para casos de no haber llave. Esta vez, el cuadrado fue idéntico, pero el centro tenía el circulito algo mayor, con un par de aberturas añadidas en su línea del ecuador, que se justificaban, para dar cabida perfecta a la manivela.
Convencido de su hallazgo original, envió telegrama a su casa que decía: "Exámenes espléndidos, profesores entusiasmados, quieren que repita".
Aquel tropiezo le sirvió de acicate, en vez de deprimirse sacó pecho, trabajó sin descanso, clavó los codos sobre su mesa y su preclara mente empujada por una voluntad inagotable, le llevaron a superar cualquier barrera en su camino ascendente hasta conseguir los mayores logros por Él soñados.
Acabó su carrera con brillantez envidiable, superó sus conquistas, e incluso fué capaz de "engañar" a los catalinos, tarea nada fácil, que reconocieron su valía concediéndole el más alto galardón en su especialidad, con "olor de multitudes".
Ahí llegó el nombramiento, y la medalla, como "presunto" techo de sus méritos.
Pero hete aquí, que sus habilidades no han terminado, hemos podido comprobar con grata sorpresa y entrañable alegría, que Él, sigue cabalgando.
Qué ocurrente, qué narrativa, qué forma tan exquisita de hermosear un hecho tan... digamos cotidiano como el degustar unos callos!.
Nunca pude imaginar que el proceso detallado del recorrido impuesto, desde el escenario, la degustación, la ingesta , el proceso pulcro y detallado de semejante acto, pudiera aportar, conocimiento de alto calado científico por su prolija exposición digestiva, seguido por el acompañamiento sonoro que se desprende del relato. Primero en la circulación interna , y "ALUEGO", en la alta concentración gaseosa, (¿dulcifica decir etérea?), que junto con la sapiencia musical orquestada sin disimulo, recurriendo a su vasto conocimiento de los "Alegrettos, Arias, Intermezzos y rematando en Cantata ", nos hicieron vivir con toda actualidad y casi presencia, cada uno de los movimientos (musicales), en la concentración primero y en la afluencia de instrumentos de viento después, enfocados con "consuelo", en un sólo "cráter”, ampliado en su dimensión tan sólo para dar salida a tamaña "euforia". Pero eso sí, perfectamente orquestada.
Él, nos has regalado otra vez, quizás el rato más agradable de los últimos tiempos. Es lo que necesitamos, y como decía "el Miklos", no mentemos la "bicha". Él va camino de la segunda MEDALLA, esta vez por su chispa y su buen manejo del ingenio, literario y musical.
Por todo ello, pido tres "Hurras", por ÉL, su mujer de Él, y por todos sus Elitos.
EL BARDO.