Picota de Presencio

Picota de Presencio

domingo, 18 de noviembre de 2012

EL ROMANCE


Durante las décadas de los 40 y 50 del siglo pasado, hubo en Málaga un personaje muy popular, una REPUTAdísima meretriz, que tenía el atractivo de manejar muy bien todos los palos del sexo, incluyendo una prodigiosa muñeca con ritmo y cadencia, que hizo las delicias de una multitud de jóvenes, adultos y ancianos. Como supondréis, me estoy refiriendo a MARÍA LA CONEJA, llamada así por mucho malagueños y por otros muchos y muchas, DOÑA MARÍA a secas, en señal de respeto y cariño por el buen corazón que tenía, ayudando a muchas familias indigentes a llevarse algo caliente al estómago y especialmente por convertirse en la adalid y defensora a ultranza de los entonces maricones, hoy día denominados homosexuales o “gays”, que lo pasaron muy mal con aquel régimen. María la coneja fue una obrera autónoma del sexo, sin casa de prostitución ni “madame”, es decir a pecho y demás partes de su cuerpo al descubierto. Su desarrollo laboral, muy intenso, lo ejercía en el Barrio “del chupa y tira”, ubicación en la que tuvo una excelente clientela. Dicen los entendidos de aquella época, que el número estrella del personaje era la “gallarda”, vocablo malagueño y, por supuesto, recogido en el “Diccionario Popular” de Juan Cepas, que supongo y creo suponer bien, hace referencia a la actitud gallarda de un pene potente, erecto y empingorotado como una serpiente de cascabel. El problema se plantea y creo que a María se le planteó más de una vez con sus viejecitos, cuando el pene se pone cascabelón, triste y mirando al suelo, porque entonces no es un pene gallardo, sino un pene pena, penoso y en esa estamos ¡o no! Un día de primavera del año 1954, cuando tenía 14 inocentes años, tuve la ocasión de saber quién era María La Coneja. Recuerdo que Manolo Barranco, con el que me unía una amistad sincera, por cierto, difícil de mantener por su compleja personalidad, me insistió que fuéramos al colegio del Monte, donde tenía una de sus “novietas” y comenzamos la subida por el Camino Nuevo, sin prácticamente edificaciones entonces. En un momento determinado y con los nervios y habitual discreción, me pegó un codazo en el pecho alertándome de que un poco más arriba estaba María La Coneja. Ésta estaba sentada en el suelo terroso, con la espalda apoyada en la base del monte y las piernas cubiertas por una amplia falda. Cuando pasábamos por delante, con premeditación y alevosía, se levantó la falda, abrió las piernas y nos enseñó su “sonrisa vertical” nombre ideado por Almudena Grandes, aunque yo diría más bien que se trataba de una “carcajada vertical” porque lo puso abierto de par en par. Confundidos, ruborizados y sabor agridulce, seguimos nuestro camino, entre la sorna y risas de la interfecta que así pretendía encontrar clientes juveniles. Poco tiempo después, tras el recreo y una vez en el aula, el calor primaveral, el sudor acumulado y un olor ambiental impregnado en testosterona y feromonas propios de la edad, me estimuló a escribirle una poesía a María La Coneja. Me puse a la tarea y recordando el poema “A la nariz” de Quevedo que lo habíamos estudiado días antes con el hermano Julio, comencé a escribir mi poesía, comprobando, ya avanzado, que la métrica utilizada era de octosílavos sin saberlo, es decir, que mi espléndido trabajo se trataba de un auténtico romance, que decía así: 
                 ROMANCE A MARÍA LA CONEJA
                                      Érase una vez un chocho
                                      A una mujer pegado
                                      Negro, sucio y pestoso
                                      Y de pelos rodeado.

                                      No sé si era un conejo
                                      Quizás fuera un hurón
                                      Lo que enseñó el pendejo
                                      Sin duda, un mogollón.

                                      Nunca supo la María
                                      Doña María la coneja
                                      Que un romance le haría
                                      A una vieja tan pelleja.
                 El romance tenía algunas estrofas más que ahora no recuerdo y comprendiendo que por el tema no me aceptarían el trabajo para los Juegos Florales, tan prolíferos en aquella época, el original, el cuerpo del delito, lo tiré para mi tranquilidad personal y evitación de males mayores. Para terminar quiero decir, que entre sus adeptos, que los tenía y muchos, tuvieron la intención de solicitar al Gobierno de Franco, que lo otorgaran la Medalla de Oro del Mérito al Trabajo y los más acérrimos, dada su extraordinaria sabiduría sexual, incrementada por la veteranía, querían proponerla para que recibiera la Encomienda de Alfonso X el Sabio. Por lo que sé, Franco no se las concedió. Conclusión: “Tó er mundo es güeno y hay gente pa tó”

miércoles, 29 de agosto de 2012

REAL MÁLAGA F.C.


Ruego se me permita la licencia de homenajear a mi buen tío Salvador Vides -no sé si mejor persona o jugador de fútbol: futbolista, que fue de los legendarios en los años 20, iniciado en equipos menores de su época, como el Marina, seguramente desconocido para muchos entendidos, que se desarrollaba en los entornos de la Malagueta, destacando bastante entre los animosos aficionados de su equipo y que pronto fue fichado por el Malagueño, pura historia,  inicio de lo que llegaría a ser el Club D. Málaga de hoy.
      Pasearon sus cualidades y pundonor por aquellos campos del Carmen y calle Cristo.
      Su primera ficha con el F.C. Malagueño ge de 2.500.- Ptas. "algo distante de los números actuales, sin embargo una gran cantidad, muy importante para la época. Luego pasó al "Real Málaga Club de Fútbol". Existe crónica de F. González Mart que acompaño, así como foto del 1928, en partido jugado en Cádiz el día 19 de marzo de 1928.
      Porque forma parte de la historia y porque entiendo justo este pequeño homenaje le dedico estas breves líneas, no he encontrado datos sobre este equipo que fue importante en su época, y que sin embargo noto un vacío en la información que he consultado.


                       EL BARDO

viernes, 29 de junio de 2012

LOCOS EGREGIOS


El título corresponde a un magnífico libro, posiblemente leído por muchos de vosotros, escrito por el eminente psiquiatra español Dr. Vallejo Nájera, quién de forma divertida y didáctica profundiza en las mentes de personajes  históricos diagnosticando, por ejemplo,  la verdadera personalidad de Maquiavelo, la supuesta psicosis de Goya, la epilepsia de Abderrahman II, la enajenación mental de Vincent Van Gogh, Juana la Loca…etc.
El autor, con gran sentido del humor, nos muestra a partir de esa selección de personajes históricos, cómo la estructura psicológica de un personaje del pasado puede deformarse por la acumulación de falsedades repetidas a lo largo del tiempo, estableciendo la sutil línea divisoria entre la cordura y la locura. Excelente libro.
Los malagueños, únicos en el mundo y lo digo con satisfacción, nos saltamos las sutiles líneas divisorias expuestas y a la persona que se sale del guión lo llamamos, por nuestra cuenta y sin encomendarnos a la Ciencia: “majara” y/o majareta y ya en superlativo, “majarón perdío”, sublimación del término,  al supuesto loco sin remedio.
Estas denominaciones vienen recogidas en el Vocabulario  Popular Malagueño, de Juan Cepas con la traducción de trastornado, ido y loco, dentro del contexto de un verdadero y rico léxico malagueño, en su  mayoría palabras inventadas, otras procedentes del calé y otras muchas deformaciones de las existentes.
Hemos de reconocer, para bien o para mal, que Málaga fue muy pródiga en “majaras y majarones” a partir de la década de los cuarenta del siglo pasado, teniendo constancia de la existencia de personajes como Matías Ortega Ruiz, el gran Matías, para mi y de forma metafórica, el Miguel de Cervantes del siglo XX: Fue militar, herido y condecorado en numerosas batallas, escritor y poeta, perdiendo finalmente la razón en lugar del brazo; otro a destacar fue el Lenguas con su dignidad y silencio; el Pecho Lobo, bigote, Ange con su pedrusco blanco y esmerilado de tanto uso; Mariquilla La Loca con su perenne clavel reventón en su cabeza, su cestita, su vestido minifalda de lunares y sus calcetines de colores…etc.
Sin embargo voy a hacer algunos comentarios sobre majarones menos conocidos, de segundo orden, pero que tuve la suerte de conocer en mis tiempos mozos y que me impresionaron.
El primero al que me voy a referir es Joaquín “el perchas”, que se dedicaba al noble arte de la venta de  perchas que él mismo fabricaba, de madera y alambres. Este personaje pregonaba su género, saco al hombro, en horas y lugares muy dispares, al grito de: ¡Peeeerch! ¡Vendo peeeerch! dejando a la concurrencia en espera de que pronunciara la “a” final. Preguntado al respecto, el hombre contestaba que con lo poco que dejaba el negocio no le merecía la pena pronunciarla.
Otra majara de los años 60 fue la “Lola Flores del Parque”, a la que creo conocimos todos, denominada así por su etnia gitana e inicial parecido a la genial Lola y que se deterioró en poco tiempo. Su rasgo más llamativo eran sus piernas hinchadas y con varices sangrantes que cubría con abundantes vendas sucias. Se pasaba la vida en el parque con la mano derecha extendida y gesto lloroso, pidiendo limosna a todo el que pasaba. Si el interfecto le daba limosna la Lola le rendía casi pleitesía con lectura de la mano tan típica de las gitanas. Ahora, como no le dieras limosna te perseguía por todo el paseo insultándote de forma furibunda y con expresiones tan fuertes que parecían salidas del diccionario secreto de palabrotas de Camilo José Cela.  
Finalmente os comento a mi personaje “majarón” predilecto, el Puto Pedro, cuyo domicilio casi particular era la iglesia de San Agustín. El apodo, como la mayoría sabéis, se lo pusieron por la utilización del término “puto o puta” precediendo cualquier tema de su deshilvanada conversación, sin que nunca supiéramos la justificación
Era un hombre de mediana edad, de talla media, tez cetrina, pelo entrecano y ojos negros de mirada penetrante. Siempre vestía de chaqueta aún en verano, homogéneamente raída y de tono oscuro pero de color difuso por la mugre que acumulaba.
Su característica primordial era su hiperactividad que no lo dejaba un momento quieto y su debilidad compulsiva, mordisquear las suelas de los zapatos de los feligreses que estaban de rodilla, provocándoles enormes sobresaltos.
Uno de sus números predilectos era, cuando había silencio y recogimiento, dejarse caer a plomo de rodillas con el consiguiente golpetazo óseo sobre la losa, a riesgo de romperse  el menisco, cosa que nunca se produjo a pesar de la hipersensibilidad del mismo en los deportistas.
Un dicho muy frecuente entre los feligreses era, referido al personaje, que directamente iba a la Gloria. Todo el mundo manifestaba su señal de asentimiento porque ¿a qué otro lugar podía ir un personaje así?
La verdad, sin embargo, era otra, porque el Puto Pedro, al amanecer se levantaba del banco en el le permitían dormir, se dirigía por calle San Agustín hacia calle Beatas, a la panadería La Gloria, donde, con las dádivas que le daban, se compraba un bollo de pan, volviendo nuevamente a la iglesia. Una vez allí, cortaba el bollo y con toda naturalidad ponía los dos trozos sobre la llama de los candiles de aceite hasta un “tueste al dente” y después introducía el pan en el aceite, “enguachirnándolos” en el mismo, con posterior y extrema limpieza de sus manos en los pantalones.
Se dice “que de Madrid al Cielo” pues el “Puto Pedro” se comía el pan de La Gloria, después de ello, se quedaba en la gloria y estoy seguro que cuando murió, fecha que desconozco, se fue directamente a la Gloria, al lado de Dios Todopoderoso. 
Francisco González Jaén

DOBLE FALTA


Una doble falta del serbio al servicio, fué la espita que dió salida a la mayor explosión de alegría observada por mí, en el recio, vigoroso y rocoso atleta, que se esconde detrás de la apariencia noble y sencilla, de un joven español de los que aún sienten con verdadero orgullo, serlo.

     La doble falta, solo es un lance más del juego, pero ésta, esta doble falta, lleva intrínsecamente adosada la sensación de sumisión, miedo, rendición ante la reconocida superioridad del rival, sometimiento al dominio, no tanto al juego en sí -hay que reconocer su extrema clase y habilidad- sino a la expresión de acatamiento ante la autoridad que ese "todo individual", cubierto por un halo deslumbrante e impactante, es capaz de desequilibrar a cualquiera, incluso al número uno. Ese joven afable y limpio, nos ha deparado una vez más, y van siete, las mayores satisfacciónes haciendo nuestras sus victorias en tierras galas.

     La doble falta se fraguó en el transcurso de tres horas y media, hubo altibajos, hubo despertares serbios cuando sus ojos olvidaron mirar a quien habia enfrente, pero los golpes maestros, las bolas imposibles, no fueron suficientes. Había que que imponer su juego, había que minar sus defensas, pero éstas, con su incansables brazos y mente, nunca se rinden.

     Las muestras de desequilibrio, rotura de raqueta, de banco y malos modos, fueron preparando con paso lento pero firme el camino propicio para ....., esa doble falta.

     ¡Gracias, Campeón!, no sólo nos devuelves la escasa dignidad que nos va quedando, no sólo haces un "siete" a la Torre, no sólo ganas batallas honorables para tí y tu pueblo, sino que además las ganas donde más te zahieren, donde más les molesta, en su propio suelo.

     La Eiffel se tambalea con el peso imposible de soportar de tu fuerza y tus trofeos, no cazarás más aviones con la raqueta, te bastará alzar tus copas para deslumbrar a los "graciosos".

     Y a nosotros, a nosotros nos has proporcionado la mayor emoción -ya parece imposible sentirla en nuestra tierra- al oir el maravilloso himno de España, con la buena gente puesta en pié y con  silencio impresionante, haciendo aún más grande el orgullo de ser español.

     Ahora que que tanto poder puedes irradiar,¿No te sería posible influir para que se traladase la final de la copa del Rey a esos lares?. Sería una oportunidad para repetir la experiencia del silencio. Aquellos que tanto pitaban ¿seguirán siendo tan necios de no sentir nada ante la grandeza que desprendes cuando serio, emocionado y orgulloso oyes el himno como signo del triunfo conseguido?.

     Gracias Rafa, hoy una vez más, siento que te debemos algo.

EL BARDO.

lunes, 11 de junio de 2012

EL ANUNCIO


     Una vez más, como cada domingo, toda la familia se disponía a dirigirse por la mañana a la pequeña finquita que tenían a unos 10 km. de su casa. En ella, además de sembrar todo tipo de verduras de la temporada, tenían una casita de campo con un salón, chimenea rústica que servía para cocinar, un par de habitaciones y un cuartito de baño. También había un gran almacén, árboles frutales, la huerta y lo más atractivo y deseado por Carlos, Javier y Vivi, los corralitos de las gallinas, palomas reales, conejos y algunos faisanes, así como una piscina-en realidad una alberca- situada en la parte alta del terreno que servía para el riego, pero que cada verano se vaciaba, se limpiaba y se llenaba con agua limpia, por cierto muy fría, ya que procedía de un pozo que había al lado, si bien eso no era obstáculo para que los niños se bañasen.

     Nada mas llegar, se precipitaban corriendo a ver los animales, entraban en el gallinero a recoger los huevos, les daban de comer, cogían los conejitos pequeños, que indefectiblemente querían llevar a casa, así como los pollitos pequeños o alguna palomita, siempre igualmente, tenían los padres que convencerlos de que no era una buena idea sacarlos de su casita, - donde mejor estaban- para llevarlos a la nuestra donde no verían a sus hermanitos, al final, aunque a regañadientes lo aceptaban.

     Sobre la mesa de la casa, Manuel - el casero- dejaba la recolecta de las verduras y los padres las iban metiendo en el coche mientras ellos jugaban, pero ese día, Javier en contra de lo normal, estaba dentro del coche con las puertas cerradas, lo que sorprendió a su padre que abrió una de ellas y le preguntó:
      -Javier ,¿qué haces aquí dentro con el calor que hace?, sal y ve a jugar con tus hermanos.
      -No, estoy bien aquí, pero bueno, ya voy.- y se salío.

     No había pasado mucho rato, cuando la escena se repitió, y esta vez el padre más autoritario y serio le increpó:
     -¡Javier! A ver, dime que te pasa, ¿porqué estás de nuevo aquí?
.    -Es que estoy cogiendo avispas y las guardo aquí dentro porque las necesito -, contesto Javier agachando la cabeza y mirando al suelo.

      El padre horrorizado vió y oyó como volaban y zumbaban unas cuantas en el coche y le ordenó enfadado que abriese las puertas y las dejase salir.
     - ¡ Estás loco, no ves que nos van a picar!.
     -¡No pican papá!, ¡Mira!, y uniendo su dicho al echo, cogió una la puso sobre la otra  mano y la avispa como queriendo darle la razón correteó por ella, se paseó por su brazo desnudo y efectivamente no le picó, la volvió a coger y le dijo al padre:  
     - ¿Lo ves?-  El padre no se lo podía creer, pero insistió en que las sacase y así accedió a su voluntad abriendo las puertas del coche.

     Allí acabó el incidente, el padre se lo contó a su mujer, ambos sonrieron, no sin antes comentar "las cosas de Javier".

Se dirigían ya de vuelta a casa, cuando por el espejo retrovisor notó el padre que a pesar del calor que hacía, Javier llevaba la camisa abrochada hasta el último botón del cuello, por lo que le dijo:
     -¿No tienes calor?, desabróchate el botón que te vas a asfixiar.
     -No papá, no tengo calor, estoy muy bien así-
.
     Carlos y Vivi que iban junto a él se miraron con un gesto de complicidad, pero no dijeron nada y sonrieron.

     Al llegar a casa los tres salieron corriendo y se dirigieron a la habitación de Carlos que era la más grande y les servía de centro de reunión y allí se encerraron. No eran nada anormal, los padres se ocuparon de descargar cuanto habían traído del "huerto".

    
     Al día siguiente, se prepararon para ir al colegio en el autobús que pasaba a recogerlos, Javier portaba además de su cartera un caja de cartón, al preguntarle su madre para que era la
 caja, él le contestó : -  Es un trabajo para el "cole"-.

     Alrededor de las cuatro de la tarde, una hora antes de la salida, llamaron a su madre desde el colegio, para avisarle que Javier llegaría un poco más tarde, porque iría en el segundo turno del autobús, estaba castigado, la madre preocupada preguntó:  -¿ qué ha  hecho?. La profesora la tranquilizó: - no es nada grave, pero lo mejor es que él mismo se lo explique-. La madre preocupada, puesto que nunca había ocurrido antes, llamó a su marido y le pidió que viniese lo antes posible para que estuviese presente y oyese la versión de lo sucedido.
     Llegó enseguida y antes de que apareciera Javier, preguntaron a sus hermanos si sabían lo que había pasado, pero ellos se quitaron del medio argumentando que estaban en otra clase y nada sabían. Apareció el "gran" Javier, con su cajita debajo del brazo, y venía tan campante. Cuando sus padres le preguntaron porqué lo habían castigado, él contestó que por nada malo y con toda naturalidad se dispuso a iniciar su relato.
     - Ha sido por lo del anuncio-
     -¿Qué anunció?, los padres no salían de su asombro.
     -El de la avioneta que pasa por la playa con el anuncio colgado detrás, ¿no lo habéis visto?
   . -Explícate, no entendemos nada. Los padres no podían salir de su asombro.
     -Veréis- dijo Javier, ¿os acordáis de las avispas que estaba recogiendo ayer en el "Huerto?, papá me dijo que no las podía dejar sueltas en el coche así que como ya dije, las necesitaba, así que para obedecer a papá, lo que hice fué ponérmelas dentro de la camisa, por eso me tuve que abrochar hasta el cuello. ¡A mí no me pican!. Cuando llegamos a casa, con Carlos y Vivi, las puse en la caja de cartón con agujeritos para que respiraran y preparé el anuncio.
     -¿Qué anuncio?, dijeron los dos a la vez.
     -Veréis, primero lo hice con moscas, pero se caían no podía volar, entonces Carlos me dijo que necesitaba un motor más potente así que pensé en las avispas.
     Los padres cada vez estaban más perplejos y le instaron a que continuara.
     -Bueno, pues cuando ya estaba preparado, las llevé al "cole", y las solté, fué fenomenal, volaban estupendamente, solté seis, y toda la clase se quedó flipando, pero son unos cobardicas y tenían miedo, ¡La que se armó!.
     -¡Vamos Javier!, ¿Qué es lo que soltaste?. Dijo el padre desesperado.
     -Esto, respondió Javier: Abrió la caja y con estupor, asombro y alucinación vieron como las avispas salían volando portando un papelito  rectangular que remedaba el anuncio de la avioneta y decía "BEBA COCA-COLA. Los padres tuvieron que volver la cabeza para no romper en una sonora carcajada.

EL BARDO.

viernes, 1 de junio de 2012

BELÉN, 15-M Y EL ADOBE


Si sentimos curiosidad por conocer qué es el adobe, muy probablemente, introduciremos el vocablo en el buscador de google y nos encontraremos con múltiples referencias de corte informático. No es el concepto, definición  o significado que buscamos. Adobe es un artilugio constructivo elaborado a base de arcilla, arena, paja y agua, secado al calor del sol. Tradicionalmente se le dio forma de ladrillo, si bien en culturas ancestrales se ha utilizado y se utiliza la mezcla directamente sobre el paramento a construir, introduciendo muchas veces boñigas vacunas en sustitución de la paja. Doce o quince mil años contemplan el adobe. ¡Término moderno, que diría un informático de pro!

Desde aquellos tiempos, perdidos en la memoria de nuestra insigne humanidad, ha llovido mucho y lo que la necesidad de cobijo demandaba al muy humilde, pero eficaz,adobe se ha convertido hoy en un monstruo sagrado adorado por el poder y sus vasallos. El ladrillo, heredero natural del adobe, que en sí mismo no representa avance técnico alguno, se ha trocado por arte de birlibirloque en la gran estrella de nuestros días.

Conocemos el efecto, pero cuál es su causa?.  Me permito acudir al símil comparativo.

Belén, no viene al caso su connotación bíblica, en una noche de euforia amatoria engendra una hija. El padre es un torero y la España cañí la sube a los cielos en el cesto de mimbre de un globo aerostático impulsado por el calor del helio que queman los gurús del firmamento mediático. Es el milagro: de la nada, una estrella en el cielo. Y todos felices, millones de horas dedicadas a ensalzar las grandes virtudes de alguien que en su currículo solo aporta un polvo y no de estrellas precisamente. Mitos, tumbas y dioses!.

Un buen día 15, unos cuantos desharrapadillos -por no identificarlos de alguna otra manera-, montan su peculiar choza de cartones (tienda de acampada, lo llaman ellos) en un cuidado emplazamiento, punto de referencia y medida nacional, para reclamar que están en su derecho de tener también la opción de ganarse el pan y con ello acceder a la maldita propiedad del ansiado ladrillo. No son muchos en un principio y emulan o directamente copian formas y modos de otras reclamantes culturas, éstas ciertamente necesitadas. Éstos otros no son libres y aquellos, sí. Libertad por libertad, yo te dejo porque no me atrevo contigo, a pesar de la descomunal diferencia de poder, y todos quedamos libres de decir y hacer lo que nos venga en gana. Y se origina el gran chollo: no hay hoy noticia, pues creemos la noticia. Aunque éstos nada tienen que ver ni que decir como los de aquel año del 68, el poder mediático ve su filón y a por él se lanza. De la nada crean una nueva estrella,  invitando a todo quisqui a sumarse al gran y gratuito festival. Y el festival se monta con una algarada vacía de contenido pero vestida de forma muy atractiva. Hemos alcanzado la modernidad, todos debemos tener opción a poseer ladrillos de adobe...quince mil años después! Como muestra, hacemos nuestro un hotel. Nuestros herederos del futuro celebrarán el acontecimiento cada año como la consecución del gran logro, como la mayor conquista. Bien es cierto, que el mayor tributo ofrecido al pueblo, por éstos acampados,  fue el depositar sus boñigas en la emblemática plaza como su personal aportación a la cultura del adobe.

Ya estamos en la fecha fatídica: 2012, el año de la hecatombe, el del fin del mundo mediáticamente vaticinado por los aztecas, en la que nadie se librará del padecimiento diario de las vacuas profecías que anuncian plagas más perniciosas que las de Egipto y más exterminadoras que que las de Hiroshima o Nagasaki. No estarán propiciadas por las langostas, ojalá fueran marinas, sino por el humilde adobe llegado a ser moderno ladrillo!.

Pantallas planas, princesas del éter, príncipes sin estirpe que en días sin fin como modernos   pregoneros, lanzan soflamas a favor de algo que se mueve sin destino fijo. Pero el movimiento se percibe, se ve, se oye. Buena noticia!.

Miremos hacia el poder, se llame político, financiero o de comunicación. Culpémoslo de su    avaricia, incapacidad, egoísmo, ignorancia e insolidaridad y dejemos tranquilo al humilde adobe que en su modestia dió cobijo a través de los tiempos a toda una humanidad. No es el ladrillo - materia inerte en si- culpable de los malos tiempos que vivimos. Son culpables aquellos que con el mismo criterio crearon belenes, 15 Ms y burbujas que en un principio estaban llenas de ingenuidad y que fueron transformadas en bestias para alimento de unos dioses que nunca tendrán un lugar en el Olimpo.

Miklos

P.s.
Sheriff, te acuerdas de "El gran carnaval" con Kirk Douglas?

Marbella, mayo 2012

martes, 22 de mayo de 2012

UNA TÓRTOLA LLAMADA "THOMAS"


Un enorme y altísimo eucalipto era lo que servía de torre vigía a la tórtolita que día tras día, espiaba impertérrita los vaivenes constante de nuestro perro labrador "Napi", alrededor del plato donde cada mañana depositában su comida.
Un solo instante de ausencia era suficiente para que ella desplegara sus alas, se posase sobre el recipiente, colmase sus apetencias y bebiese en su bol. Todo ello se desarrollaba en contados instantes, el fino olfato de "Napi", no tardaba mucho en detectarlo y sigilosamente al principio y con gran estruendo de ladridos después, daba muestras de enojo al ver su orgullo mancillado por aquel intruso volador, lo peor era que esa operación se repetía con machacona rutina diaria.

"Napi", era grandote, noble-como corresponde a su raza-,cariñoso y dulce, al que Carlos y Javier, de 8 y 7 años respectivamente, habían bautizado desde que llegó a su casa siendo un cachorrillo con el nombre de "Napoleón", no sé con qué recuerdo de algún personaje quizás de dibujo animado, pero Vivi de 4 años, la "princesita" de la familia, lo simplificó y le llamó "Napi", imponiéndose sin oposición de nadie y demostrando haber aprendido la primera lección práctica de dominio, que como mujer debería ejercer en adelante.

Dióse el caso, que un día, al volver los niños de colegio, "Napi", que era capaz de soportar toda clase de cariños, empujones, abrazos e incluso travesuras y pequeñas maldades que ellos le infrigieran, - reservaba todo su enojo y severidad para esa tórtola ladrona-, salió apresuradamente al abrirse la puerta de la casa, para corretear por el campo de enfrente, ellos sin darse cuenta la cerraron dejándolo fuera. Esto motivó que la sagaz vigilante, de inmediato y con tremenda osadía, diligentemente se posara tranquila sobre su acostumbrado sustento, sabedora de la impunidad de su acción, ya que no estaba su "enemigo", y propietario.

Fué Javier el primero en notarlo, en silencio corrió a comunicarselo a Carlos y Vivi y los tres atrincherados en la cocina y mirando a través de la ventana, observaron como la intrusa  se desenvolvía con una frescura y atrevimiento imponente.

Como quiera que la hora no coincidía con el aprovisionamiento diario , el platito apenas contenía unos restillos de comida, el asalto no resultaba del todo satisfactorio. Se contoneó mojó sus patitas en el recipiente del agua y con el mayor descaro se enseñoreó sobre el lugar usurpado.

Ellos comtemplaban admirados los movimientos de la tórtola y al notar que no quedaba comida tomaron un trozo de pan que había sobre la mesa, desmenuzaron migas y con sumo cuidado lo lanzaron cerca de ella, que reaccionó con un intento de elevar el vuelo, pero al no apreciar presencia alguna, concentró su atención en la comida que se le ofrecía e inició con soltura y alegría, la ceremonia de dar buena cuenta del magnifico banquete que tenía ante sí.

Cavilaron ellos en lo sucedido y cayeron en la cuenta de la ausencia de "Napi", así que fueron hacia la puerta- allí estaba él esperando- le dejaron pasar y se precipitó corriendo sobre la tórtola, pero ésta a costumbrada ya a ese juego, voló rápidamente dejando una vez más desairado al noble perro; el encanto de la escena anterior se había esfumado en un momento.

Al día siguiente probaron a repetir la acción, esta vez dejaron fuera a "Napi" expresamente, ocupando su lugar de observación tras la ventana, ella no tardó en aparecer de nuevo consciente de la ausencia del molesto inquisidor. Sin recato alguno, se posó en suelo, miró a uno y otro sitio, vió el plato vacío y se mantuvo estoicamente esperando su posible regalo.
Ellos esta vez ya se habían aprovisionado de las migas saliendo fuera para colocarse relativamente cerca de ella, desde allí le fueron dando la comida, para nada se sintió intimidada, aguantó su presencia y aquel gesto fué el inicio del pacto tácito de reencuentro diario entre ellos.

A partir de aquella tarde cada uno de los integrantes del grupo aceptó su rol. "Napi", se quedaba fuera, saludaba con saltos y lametones a los niños, estos le acariciaban efusivamente y mientras él procedía a su corretear libre, ellos acudía a la cita con ella.

Marivi, la madre de ellos, conocedora de lo sucedido empezó a colaborar también, ya les tenía preparada la ración para la tórtola, cuando entraban en tromba precipitándose en la cocina. Esta vez las migas tenían un atractivo añadido, estaban mojadas en leche. Se apresuraron a salir con su ofrecimiento y como no la vieran de momento, la llamaron diciendo ¡toma!, ¡toma!, ¡ven!, no pasó mucho tiempo sin que acudiera, su descaro cada vez se hacía más patente, comía en sus manos, se posaba en sus hombros, en sus cabezas, e incluso empezó a hacerse la remolona intentando quedarse allí, donde era tan bien atendida y cuidada.

En una ocasión la costumbre y el deseo ferviente del encuentro, hizo que olvidaran de cerrar la puerta dejando fuera a "Napi", por lo que éste pudo llegar antes de que ellos le permitiera su regreso, sin que lo advirtiesen, así que se presentó de improviso estando ella todavía con Carlos, Javier y Vivi, formándose un pequeño revuelo con los gruñidos del celoso "propietario" de su
sitio. La tórtola de nuevo elevó el vuelo, y parecía que "Napi" empezaba a admitir la presencia de la que hasta ese momento era su "rival".

Otra vez Vivi, que oía decir a sus hermanos ¡Toma!, ¡Toma!, pensó que era ese su nombre y así la bautizaron, en adelante se llamaría "Thomas".

Su persistencia por estar cada vez más tiempo en la casa, su insolencia se fué agudizando de tal manera que un día osó meterse dentro, voló por el salón, enfiló el pasillo que comunicaba con la zona de los dormitorios y tan campante se alojó sobre el antiguo armario de los padres.

Marivi al principio no reparó en ello, pero no tardó en notar que algo extraño sucedía, al descubrir resíduos escatológicos en el suelo y sobre el armario, siendo su sorpresa mayúscula al ver tan pancha a "Thomas", mirándola desafiante desde arriba, así que se armó de un trapo de la cocina y sacudió a la impertinente "ocupa", que salió tarifando y se colocó de nuevo en su eucalipto.

A partir de ahí se declaró la guerra abierta entre una y otra, que derivó en una persecución diaria de la tórtola que no cejaba en su empeño y Marivi que se oponía con todas sus fuerzas.

Cuando llegaron los niños y se enteraron de los hechos se mostraron encantados, les pareció muy divertido, trataron de convencer a su madre para que le permitiera su entrada pero ella no accedió bajo ningún concepto, por lo que a hurtadillas colocaban algo de comida sobre el armario para fomentar aún mas la lucha abierta.

Al salir por las mañanas, para dirigirse a la parada del autobús del colegio, se proveían de algo goloso para "Thomas", que siempre atenta descendía presta y les seguía caminando a la vez que comía lo que ellos le ofrecían. El uso se hizo costumbre y todos los críos del autobús se agolpaban sobre las ventanillas para saludarla cuando aparecían por la esquina Carlos y Javier. 
Cuando subían, elevaba el vuelo y regresaba por la tarde a esperarlos, no sin antes intentar el ingreso de nuevo en la casa donde su madre previsora cerraba puertas y ventanas para impedirlo.

La porfía se hacía cada vez más insoportable, se transformó en una auténtica pesadilla porque la capacidad de deposición de aquella criatura parecía imposible para un animalito tan pequeño. Para desgracia de Marivi y la jovencita "Cari"-la chica que ayudaba a Marivi en las tareas domésticas- la proliferación de sus heces adquiría una velocidad superior a la que ellas podían desarrolar en su tarea de eliminarlas.

La situación se hacía un tanto insostenible pero sin embargo, el proceso de la espera de "Thomas" sobre el árbol  cercano a la parada, su descenso a la llegada y el ritual del caminar unidos hasta la casa no se interrumpió, la mera observación del pintoresco grupo hacía sonreir cuando menos a todos los que lo veían, la elegancia del vuelo de aquélla se tornaba en ritmo anacrónico en su deambular por el camino junto al grupo.

Fueron meses de esa singular peregrinación, hasta "Napi", pareción aceptar su presencia y ya apenas la incomodaba, la pícara iba ganando la partida.

Pero una tarde, al bajar del autobús no estaba ella esperando, se quedaron un ratito mirando hacia el árbol donde normalmente se posaba y continuaba sin aparecer. La tristeza empezó a aflorar en el rostro de Carlos y Javier,no tanto en Marivi que creyó haberse librado de su pesadilla, afloraron distintas conjeturas: se había marchado, se había cansado de ellos, se había "echado novia",.... sin embargo nada disminuía su desconsuelo.

La noche se hizo larguísima para ellos, estaban anhelantes por ver llegar el día y con él su ansiado regreso, pero la angustia siguió estando presente porque ella no acudió a su "eterna" cita.
Todos sus amiguitos compartieron con ellos su tristeza, y por más que la madre trató de consolarlos se fueron tristes y cabizbajos.

Regresó Marivi haciendo el camino sola, y al llegar a la casa abrió la puerta llamando a "Napi" para que entrase con ella, pero como no venía cerró la puerta tras sí, pensando que ya le ladraría cuando volviese pidiendo le abriese la puerta. Así ocurrió al cabo de un rato, pero sus ladridos eran desesperados e insistentes, casi irritantes, acudió ella con cierto enfado por la forma inusual de su comportamiento, y cuando se disponia a reñirle notó con angustia que "Napi" portaba en su boca a "Thomas", en principio creyó que la había mordido y quiso hasta pegarle con el corazón encogido por la tragedia que suponía, pero "Napi", con las orejas gachas y mirada sumisa, la depositó con suma delicadeza en el suelo, y cuando ella la recogió vió con asombro que la herida en la patita no era por causa del fiel amigo, traía presa en ella una trampa que se había cerrado sobre su extremidad y le impedía moverse. "Napi" no la había atacado, por el contrario, la había rescatado de su prisión para solicitar la ayuda de su ama. La reacción fué de una ternura difícil de relatar, el gesto tan noble de un animal para con el otro, alcanzaba una grandeza tan grande que es casi imposible de valorar en seres ¿irracionales?.

Con sumo cuidado liberó a "Thomas" de su calvario, retiró aquella terrible presa de su patita, la curo con esmero y olvidando antiguas cuitas, la depositó sobre un mullido cojín en el que ella con los ojitos cerrados, dormitó no sin antes enviar una mirada de agradecimiento a la persona que le había prestado su ayuda.

Así se mantuvo hasta llegar la tarde, a la hora en que normalmente ella acudía a la espera de sus amigos, se mostró algo alterada, Marivi quiso entender que su deseo era ir de nuevo a esperarles y accedió a sus deseos, portándola con ella en sus brazos hasta la parada.

Cuando llegó el autobús ella enseguida se los mostró, las caras de todos se iluminaron, gritaron de alegría y tanto Carlos como Javier corrieron entusiamados a verla, ¡Había vuelto!.
Durante el corto trayecto hasta la casa la madre les contó lo sucedido, y ellos entre triste por el suceso y henchidos de gozo por su regreso, corrieron hacia "Napi", que orgulloso movía la cola presto a recibir el premio de las caricias por su heróico proceder.

Nunca creyeron ser más felices en todos los día de su corta vida. Al llegar a casa se abrazaron con Vivi que ya se había enterado de todo, y gozaron del reencuentro.

"Thomas" habitó con ellos el resto de su vida.

EL BARDO. 

TRISTE Y SOLO Y CON EL CULO AL SOL



Buenos días paisano.- Saludé a un Sr. de edad indefinida pero con aspecto joven.
¡Hola Sr.! ¿Haciendo ejercicio para jubilados? –me preguntó él, sin moverse ni volver la cara.
¿Cómo le va hoy? ¿Ha venido alguien a visitarle?. Le pregunté.
¡Oh! No. Llevo días que nadie viene a verme y, si alguien pasa por aquí, pasa de largo sin mirarme.
Ahora le han abierto más la puerta de acceso al puerto; se supone que pasan más personas.
Bien dice Vd. Se supone. Los que pasan para el puerto cruzan por el paso de cebra y ni me miran. Me contestó el paisano.
¿Algún forastero vendrá a fotografiarse con Vd., como recuerdo de su estancia en esta ciudad?
Me tiro meses sin que nadie me haga una fotografía. –Me respondió.
Ud. Es un símbolo de esta ciudad.
Eso dicen. En todas las ciudades del mundo colocan sus símbolos característicos en lugares estratégicos, donde todo forastero lo vea. Pero… es aquí donde el Ayuntamiento decidió colocarme: tras este muro, que me impide ver la Plaza de la Marina. Por eso estoy erguido, con la cara levantada y el sombreo me cae hacia atrás. A veces, siento envidia de mi contemporáneo que se encuentra sentado al otro lado de la plaza; con quien muchas personas se sienta a dialogar y hacer fotografías. Llevándose como único recuerdo típico de su estancia en esta ciudad. Sin embargo, los tres representantes de Málaga, mis amigo el Verdiales, el Biznaguero y yo nos encontramos en lugares de poco transito, donde pocas gentes nos miran y menos visitan. Y para colmo, tengo el sol a mi espalda que en las cámaras fotográficas les producen contraluz.
¿En que lugar cree Vd. que estaría mejor y no estorbara a las múltiples tribunas de Semana Santa?
Yo creo que la entrada a calle Larios, en la plaza de Félix Sáenz, Plaza de la Constitución, Plazas del Carbón, del Siglo, etc. Hay muchos sitios por los que pasean turistas y forasteros que puedan llevarse una fotografía nuestra.
¡Aquí estás más tranquilo! –Le dije.
No. Me gusta el contacto con mi gente. Recordarles tiempos pasados. Cuando en las playas sacaban el copo y las jábegas cruzaban la bahía. El biznaguero inundaba las calles con olor a jazmín. Los Verdiales, que trasmitían música de fiesta a esos montes que abrigan nuestra ciudad con sus panderetas, violines, platillos, guitarras y el colorido de sus sombreros llenos de flores.
Eres un romántico. Le contesté.
Si. Soy romántico, porque viví el romanticismo. La época en todo era natural. No había contaminación en el aire, el sol limpio y las olas de espuma blanca resbalaban sobre aguas transparente. Donde abundaban los chanquetes, boquerones, coquinas, almejas…
Ese tiempo ya pasó. Le dije yo.
Por eso me encuentro aquí, para recordar lo que fue mi ciudad. Ahora están mis cenachos vacíos, sin las barritas de plata que reflejaban su brillo en mi cara.
¿Qué puedo hacer por ti?- Le pregunté.
Pídale a nuestro Ayuntamiento que libere mis pies de este bloque de mármol, que impide acercarme a mis paisanos y forasteros. Pregonando: “Niñas, llevo boquerones de plata, chanquete, almejas y coquinas frescas; recién sacados de la playa de la Malagueta”. “A reá la pechá”
Lo intentaré. Amigo Cenachero.
Adiós, Sr. No deje de venir a hacerme compañía. Estoy muy solo en este rincón donde pocas personas pasan.
Amador

lunes, 30 de abril de 2012

CONVERSACIÓN DE ACTUALIDAD


-¡Hola Patricia!-

-¡Hola Alejandra!, - te veo muy seria, pareces triste y preocupada ¿que te pasa?-
 -¡ Que va a ser!, Paco y María, cada vez me resulta más difícil soportarlos, están todo el día fuera de casa, se levantan se van a la calle desde por la mañana sin decir nada, se pasan todo el día fuera, y no aparecen más que para comer y dormir, y a veces, ni siquiera vienen a comer.
 Cuando los veo es aún peor, no hay forma de entenderlos, se pasan el día contándome cosas extrañas, y al final terminamos siempre peleando. No hay forma de entenderlos, me hacen la vida imposible y ya no puedo con ellos.
 Fíjate, el otro día la sorprendí hablando con una amiga suya y no paró de quejarse de mí, no me tiene el menor respeto ni consideración, ¡estoy harta!.
Siempre me llevan la contraria.
 El martes pasado, tenía una cita con Laura y cuando voy a coger el coche empiezo a buscar las llaves, y nada, se lo habían llevado. Sin preguntarme siquiera y sin darme la más ligera explicación, me dejaron completamente tirada, tuve que llamar un taxi de prisa y casi no llego a la hora, ¿Tú crees que es posible actuar así?.
Bueno y eso no es todo, ahora les ha dado por coger el dinero que hay en la caja, y sin permiso alguno, me la dejan vacía, no sé lo que voy a tener que hacer con ellos.
 De esta manera es imposible seguir viviendo bajo el mismo techo. Lo tengo decidido, voy a hablar seriamente con ellos, hay que resolver este problema de una vez por todas.
 Los voy a sentar y les diré: Mirad, he pensado que ya sois bastante mayorcitos para seguir viviendo aquí, lleváis muchos años bajo el mismo techo y ha llegado la hora que penséis en independizaros, así que buscaros un pisito pequeñito y comenzad una nueva vida, debéis empezar a volar por vosotros mismos.
En esta casa me es imposible oir constantemente vuestras quejas y no queréis entrar en razones, así que es lo mejor para todos. ¿Que te parece, Patricia?.
 -Estoy completamente de acuerdo contigo, Alejandra a mi me pasa exactamente lo mismo,..... "CON MIS PADRES"

EL BARDO.

miércoles, 11 de abril de 2012

MI AMIGO EL GORRIÓN


Advertí por primera vez su presencia con la llegada de la primavera.

Era una mañana tranquila como llama a la que no dé el aire, cuando -como tantas otra-me encontraba inmerso en la lectura de un libro con mis cinco sentidos y el alborotado trinar de unos pájaros sobre un árbol cercano del jardín, hizo que se interrumpiera mi ensimismamiento, para dirigir una mirada inquisitoria de reproche a aquellos pequeños que se atrevieron a romper la calma.

Ellos no percibieron  mi contemplación y siguieron con sus cuitas. Miré con mayor atención y pronto comprendí el origen de su disputa, tres gorrioncillos pintureros, valientes y atrevidos, se disputaban con frenesí no excento de furia, el favor de una pizpireta "damisela" que con saltitos alegres y acompasados, sobre el pretil de la tapia cercana, coqueteaba con  ellos dispuesta a elegir al más fuerte y decidido compañero.

Fué aquello un original, y atractivo espéctaculo, que hizo acrecentar mi atención para satisfacer mi curiosidad de saber cual de aquellos sería elegido, pero enseguida salieron todos volando y no pude averiguarlo.

Algunos días después, un acompasado y contínuo trinar en el mismo sitio volvió a requerir mi interés, esta vez, era un sólo ejemplar el que se pavoneaba altivo, desafiante y exultante sobre la tapia. Hinchaba el pecho, abría sus alas y parecía con ello querer agrandar su presencia.

De entre las ramas del árbol, apareció ella, ágil, ligera, esbelta y a la vez sumisa, se le acercó juguetona y ambos se enzarzaron en un bello juego de amor.

A partir de aquel día, cada mañana movido por mi curiosidad me acercaba al sitio y sin mayor esfuerzo me encontraba con él, siempre vigilante, siempre al acecho. Nos mirábamos pero ambos manteníamos nuestra distancia.

La misma operación repetía constantemente, cada vez acercándome más a él, pero si me pasaba del límite establecido a su permisivo consentimiento,  protestaba enégicamente, sus trinos se hacían más penetrantes intentaba alejarme, pero comprendía su impotencia y levantaba el vuelo alejándose apenas unos metros sin dejar de acecharme, para volver de nuevo a su otero en cuanto me alejaba. Yo no sabía cómo tratar de hacerle comprender que solo quería ofrecerle mi amistad.

Así transcurrían los días y a ella apenas la veía, hasta que mi paciente observación obtuvo el premio deseado. Un frenético ir y venir de ambos llamó poderosamente mi atención, se produjo con una frecuencia matemática, se turnaban en los desplazamientos, cuando él llegaba salía ella, la esperaba para iniciar su próximo viaje hasta su regreso y ambos indefectiblemente portaban alguna ramita u otro material en su pico. La labor era constante e ininterrumpida, no se daban descanso.

Quise mostrar más abiertamente mi intención de acercamiento ofreciéndoles mi amistad, para ello, les proporcioné las mejores migas de pan blando y desmenuzado, en un recipiente junto a un pequeño bol con agua cristalina, que coloqué junto a las ramas por donde ellos entraban y salían,  permanecí no muy alejado para obligarles a soportar mi presencia.

Fué ella elegante y decidida, la que primero aceptó mi oferta, salió, oteó, picoteó un poco, retrocedió indecisa, volvió después y repitió el ceremonial varias veces, hasta que ya confiada, con alegre canto y dulce mirada aceptó mi presencia.

El aún se resistía, me miraba con desconfianza, y casi diría con celos, por haber conquistado la confianza de su linda novia.

Ella venía sin temor alguno, comía y bebía despreocupadamente, quise premiar aún más su confianza añadiendo un suculento postre a su dieta, así que le traje un trozo de manzana que agradeció con sonoros trinos. Se volvió hacia él que seguía observando indeciso y con sus dulces cantos le convenció para vencer sus recelos, se unió a ella por fin. Mi amigo me había aceptado de una forma tan natural como la corriente de un río, como el viento mece el trigo maduro, como el brillo de las hojas movidas por la brisa o como las nubes van pasando.

La alegría apenas podía ser contenida en mi pecho

Pasaron unos días sin grandes cambios hasta que empecé a notar largas ausencias de mi amiga, él seguía siempre firme en su lugar. Ya no iban y volvían, ella se mentenía internada entre las ramas y apenas salía de vez en cuando para acompañarle en las comidas.

Haciendo uso de la confianza a la que me había hecho acreedor, me atreví a proceder aun mayor acercamiento para investigar la causa de sus ausencias, tomé una pequeña escalera y trepé  hasta que pude descubrir su hogar, era un encantador nidito perfectamente construído, en el lecho habían depositado ligeras plumitas sobre las que estaban depositados dos blancos huevecillos, que ella, con dulzura, con delicadeza vulnerable y tierna como los jacintos salvajes, acariciaba, me miró orgullosa. La admisión de mi presencia la interpreté como una invitación a la intimidad de su casa.

Sólo cuando la veía aparecer de nuevo con sus alegres saltitos, me atrevía a asomarme de nuevo a su hogar, entonces el número de huevecillos había aumentado, era como un aviso de su nueva hazaña, sumaban ya, cuatro.

Los espacios de ausencia se fueron aumentando, él en ocasiones abandonaba por escaso tiempo su vigilancia y se adentraba para verles.

Llegó el momento en que observé que cuando ella salía, en vez de comer sobre las ramas, cogía con su pico el alimento y se introducía en el nido. Una vez más me sentí invitado y volví a ver lo que pasaba. Al asomarme, ví cuatro "enormes" picos abiertos amenazando salir del nido ávidos de comer con un apetito insaciable, la madre ayuda por él, no paraban de introducir la comida en sus bocas. Reforcé las raciones y tuve que alternar la lectura con la atención a mis "vecinos".

Los pequeños cada vez hacían más ruido y crecían por momentos, ya ambos padres aceptaban mi presencia sin traba alguna, podría decirse que el concepto de amistad y cariño eran recíprocos.

Unas semanas después, un incensante piar llamó reclamó poderosamente mi presencia y me precipité a visitarles, mi sorpresa no fué menor que mi alegría, al ver a los seis componentes de la familia alineados sobre el pretil de la tapia. Estaban dispuestos a partir. Fué una despedida no por esperada menos triste. Ella con sus ojitos negros y redondos me miró agradecida, él ahueco las alas inchó el pecho y lanzó un fuerte y largo trino, era su despedida era su adiós a un amigo.

Una última mirada un revoloteo alrededor de su hogar y todos partieron  felices hacia su nueva vida, ya no vendría más a mis almuerzos.

Quizás en la próxima primavera, pero... como "las golondrinas que vuelven,... no serán las mismas", aunque en mi corazón lo seguirán siendo, ahora sé comprender su lenguaje y empezaré de nuevo, yo les estaré esperando.

La alegre luz de la vida que iluminó mis mañanas con ellos desapareció, dejando que la delgada luna bicorne asomara tímida entre las nubes del desconsuelo-

EL BARDO

CONFÓRMATE


Al llegar al ocaso de mi vida, más de una vez oigo una voz que resuena dentro de mí, como una caracola vacía en la orilla del mar.

Esa voz se manifiesta cuando pienso en el "tiempo", como ente cronólogico de de la vida, que me depara dos conceptos:
-El primero-, que dispongo de más cada día, para reparar en la belleza de la naturaleza que me rodea, el mar, el color de las flores, el olor a tierra mojada después de la lluvia, el rocío acariciador del amanecer del nuevo día, el canto alegre de los pájaros, el brote triunfal de las plantas en la primavera, la vida que se renueva y surge por sí misma.

-El segundo-, que si bien dispongo de más "tiempo" cada día, no es menos cierto y triste, que me quedan menos días de disfrutarlo. Por eso, el desaliento que penetra en mi espíritu, trae consigo las nubes del pesimismo, que debilita el calor de un sol pálido sin virtud, que asoma a través de ellas, y el aliento se cierne ante la boca como una humareda en calma. Resuena de nuevo ¡CONFORMATE!.

El ágil vuelo de los pensamientos, me permite en segundos, rememorar ahora los momentos vividos con sus luces y sus sombras con la perspectiva cierta de toda una vida.

Las SOMBRAS, formadas por todos los reveses y escollos que se interpusieron en mis ideales, e hirieron mis sentimientos haciendo germinar en el mantillo fecundo del dolor silencioso, el mayor desconsuelo.
Pero se puede estar hundido en la tumba de la desesperación y el fracaso, en el infierno de la impotencia sintiéndose enfermo y preso, y sin embargo, se puede conservar el alma viva y con ella un resquicio de esperanza.

Esa esperanza de pronto surge como una chispa de luz, que ilumina la oscuridad creada, sanando al enfermo y concediendo la libertad al preso. Sonará al mismo tiempo el dulce tono de un violín,se inflamará con el toque agudo de una corneta y parecerá tronar con la musicalidad de un órgano. De la faz sombría de los sucesos, brota cantando la fuente clara de una sana alegría.

Entonces, el júbilo me llenará internamente de "dolorosos" goces, que como ríos de fuego corren y se deslizan por las mejillas, son las lágrimas que acompañan al nuevo eco-¡CONFORMATE!-

Cuando ese tiempo del que dispongo cada día me permite leer y leer, tantos y tantos libros de autores que hacen vibrar mis más intimos sentimientos, que me enseñan y descubren cuanto me gustaría encerrar en mi mente y acariciar en mi alma, disfrutando con el gozo de esos acompañantes inmóviles que me esperan y me ofrecen, su ciencia, su ingenio, su conocimiento de la vida, su historia y sus aventuras, de nuevo me asalta la inquietud al considerar que ya no poseo los días necesarios para abarcarlos, recibirlos y absorverlos todos como quisiera.

El alma viva aún con fuerza y esperanza, se impone una vez más y sólo considera lo que puedo todavía ver, tocar, admirar, amar y poseer de lo que más quiero, los míos, los amigos y sobre todo mi familia. Es tal el tesoro que sigo teniendo, que se magnifica el tiempo que todavía dispongo para sentir la felicidad de su cercanía, de su compañía y que supone el complemento estelar de mi alma.

Y una vez más resuena como otras veces con mayor fuerza,-¡CONFORMATE!- ....... y da gracias a DIOS, que aún estás a tiempo.

EL BARDO.  

viernes, 16 de marzo de 2012

LA CARRERA DE RELEVOS


Día tras día, con machacona insistencia, se nos repite desde todas las instancias oficiales , de los foros o medios de comunicación, la pertinaz letanía de que la crisis galopante que nos inunda, proviene en gran medida de la desaforada carrera emprendida por todos, para acomodarnos a un tren de vida que nos hemos querido adjudicar, antes siquiera de ser merecedores de ello.

La meditación de nuestros años de pubertad y juventud, la forja de la personalidad que nuestros padres nos imprimieron, junto con el sistema educativo rígido, firme y recto de nuestros educadores, hicieron posible, junto con las carencias manifiestas de aquellos tiempos, que podamos conservar en nuestra memoria y para el resto de nuestros días, las cosas buenas que surgieron de las dificultades. Ellas son la prueba de nuestra capacidad,que a la postre nos infundieron la confianza ante cualquier obstáculo.

Sin embargo, aquellos esfuerzos que nos fueron impuestos, aquellos sacrificios que nos vimos obligados a superar, y que nosotros asumimos, llevaron consigo, un sentimiento de paternalismo, que con la evolución de la vida y la deriva impuesta por las comodidades, y el legítimo deseo de liberar a nuestros descendientes de esas penurias por las que antes navegamos, nos enfiló peligrosamente hacia unos principios hasta ese momento impensables.
Desataron la ansiedad por "tener", por "disfrutar", por "viajar" y ser poseedor en definitiva, de todo cuanto en nuestros tiempos no estaba a nuestro alcance porque antes de disfrutarlo, había que ganarlo. ¿Quien se atrevía a comprar algo, si previamente no había ahorrado el dinero necesario para adquirirlo?, ¿Quien osaba iniciar un viaje sin haber pasado tiempo juntando el importe de él?. ¿Cómo se podía siquiera pensar en la compra de una casa cuando estaba fuera de nuestro alcance?.

Pero se abrió el abanico del consumismo, afloraron los pagos aplazados, las tarjetas de crédito invadieron con tentadoras ofertas, la incitación al desbordado " Y yo también", poco a poco se ha ido hipotecando por entero la vida de quienes antes limitaban sus aspiraciones a sus posibilidades.

Nuestra generación inmersa en la cultura del trabajo, del esfuerzo, de la lucha individual por ganarse la vida, cifraba su meta en conseguir cuanto antes, no sin dificultad - eso nunca-, la independencia de su destino, anhelaba la cosecución de la liberación en el entorno protector del manto que les cubría por completo bajo la tutela de sus mayores. ¡Se ha hecho un hombre!, se decía al regreso de hacer el servicio militar en unos casos, al terminar los estudios en otro, y en todos, el factor común,"crear un hogar". Era salir de un sacrificio y sumergirse en otro inmediatamente. Siempre era uno mismo con sus propios medios, si bien, la ayuda y la protección tenían bien marcados los tiempos.

Todos hemos sido un poco culpables del resultado, nosotros por el excesivo proteccionismo, ¿quien no ha dicho o pensado, mis hijos que no pasen por lo que yo tuve que luchar?, ¿acertamos, en ese criterio?,¿ Les impulsamos a una vida más regalada?, ¿Les acostumbrados a disfrutar de las bonanzas de la vida antes de enseñarles a ganárselas?. ¿Donde están aquellos principios de interés por crear un nuevo hogar?, ¿Dónde está el espíritu de sacrificio que nosotros habíamos forjado?.

Todo está a su alcance sin apenas esfuerzo, viven en nuestras casas hasta límites que se hacen insostenibles, se hacen los remolones para seguir en los hogares que tanto esfuerzo nos costó a todos construir ; los principios éticos y morales que fueron bandera y guía nuestra, han desaparecido, pero la bola de nieve lanzada desde los más altos oteros de la complacencia, sigue rodando, sigue engordando, y sigue aplastando a cuantos coge por delante.

Y lo peor, es que un buen día, el mecanismo global del crédito, de la abundancia y el despilfarro, se colapsa, se autodestruye y las costumbres adquiridas se hacen ya desmedidamente pesadas, nadie es capaz de soportar el sistema, todo lo que parecía al alcance de la mano, de pronto desaparece, ellos, si se fueron, vuelven al nido paterno, buscan refugio en aquellos que necesitaron toda una vida para crearse un cierto bienestar, a base de esfuerzo y sacrificio. Aquellos no supieron lo que eran vacaciones, no pudieron tener coche hasta bien avanzada su vida, no pudieron tener televisores, ni móviles, ni dejaron jamás de trabajar, hasta que sus fuerzas les abandonaron, entonces, con el presumible premio obtenido a toda una vida, han de compartir en la mayor parte de las veces, ese premio con quienes tal vez, ni siquiera entiende el porqué de la existencia sacrificada de "los viejos".

La vida en definitiva, no es una carrera de relevos, se acostumbraron a vivir partiendo desde el último tramo de la carrera, no entendieron que para llegar hasta allí, hubo quienes paso a paso recorrieron el mayor y más difiícil camino de ese desafío con tesón y una infinita paciencia, que les costó toda una vida. No entendieron que no es posible entregar el testigo del resultado final de su gestión, para que ellos inicien su periplo.

Estas reflexiones  me traen a la memoria aquella frase de  -George B. Shaw -, que decía: " Si has construido un castillo en el aire, no has perdido el tiempo, es allí donde debía estar. Ahora debes construir los cimientos debajo de él.                               
                    
EL BARDO.