Picota de Presencio

Picota de Presencio

domingo, 9 de mayo de 2010

1816, EL AÑO SIN VERANO

En ese año, el verano en el hemisferio norte fue una rara estación estival. El volcán Tambora, que había explotado el año anterior en la zona de Indonesia, sumió a la Europa del norte en un duro invierno volcánico por mor de sus cenizas. Estas cubrieron los campos y sus cultivos y la dura hambruna apareció implacable. Tanto en oriente como en occidente la población fue visitada frecuentemente, más de lo normal en aquellas épocas, por la certera guadaña de la muerte.

Cuentan que en Londres, que sufrió como la que más sus efectos, los amaneceres y atardeceres se presentaban en sus horizontes con violentos y premonitorios colores rojos, morados o púrpuras. Le llegó el hambre y sus navegantes perdían los rumbos al no poder fijarlos por las estrellas. En ese año, Mary Shelley y su marido Percy Shelley hicieron una visita al romántico, liberal y libertino Lord Byron en la residencia que éste tenía en Suiza, la Villa Diodati junto al Lago de Ginebra. Byron los recibió junto a su médico personal, Jhon Polidori. Pudo ser que en la misma noche de su llegada, Byron, su médico y sus invitados conversaran en animada tertulia de lo fantasmal del clima o simplemente sobre terribles fantasmas o espectros. Sea como fuere, de aquella noche con reto y apuesta de por medio, surgió el desafío de escribir cuatro pavorosas historias. Ninguno pudo concluirlas en la noche, pero Mary Shelley fraguó la base de su “Dr. Frankestein o el moderno Prometeo”, que a la postre sería publicada el 1818 y considerada como la primera novela gótica. Todos podéis hurgar en vuestra memoria y traer al presente las imágenes de Boris Karloff –transformado en el engendro sin nombre- meciendo dulcetemente en el columpio a la virginal y adolescente María antes de arrojarla al lago.
Ciento ochenta y cuatro años después, otro volcán –esta vez islandés- ha vomitado fuego y cenizas y nuevamente la vieja Europa ha vistos en sus horizontes los colores del hambre y la muerte. Su formidable desconcierto la está arrastrando hacia un abismo para el que parece no existir fondo pues también ahora los rumbos se han perdido. Esta vez las cenizas flotan y vagan por los cielos provocando que las aves mecánicas deban permanecer en sus nidos invernando cuando la primavera ya avanza hacia un verano incierto.
También esta vez los doctores están jugando a ser el Dr. Frankestein y piensan como lascivos necrófagos guardar cadáveres, no para devorarlos sino para descuartizarlos y con sus partes volver a crear –esta vez con acierto- otros engendros sin nombres. El personajes creado por Mary Shelley quiso ser como Dios y de alguna manera pagó su osadía. Hoy estos gurús de la ciencia pueden estar a punto de escribir, si no controlan sus “chispazos”, la novela más gótica jamás concebida.
Nuestro amigo Viano reflexionaba hace unos días sobre las dimensiones del ser y pedía mantener la FE. Creo que debemos apoyarlo en su petición.
Miklos

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