Fue
leer la frase del Dr. Bach, "LA
ENFERMEDAD ES UN CONFLICTO ENTRE LA PERSONALIDAD Y EL ALMA", lo que me
provocó el deseo de reflexionar sobre los dos elementos, tan
diferenciados y sin embargo tan estrechamente comprometidos el uno con el otro,
como son el cuerpo y el alma.
Me
hace pensar que en los momentos de mayor rabia en el cuerpo, se debe golpear la
mano contra una roca - aunque se magulle-, antes que hacerlo a un niño o un
inocente. La mano termina sanando, pero el alma de los que hubieran acabado
recibiendo ese golpe injusto, quedaría marcada para toda la vida.
Cuando
el alma recibe un golpe violento que no mata el cuerpo, parece sanar al mismo
tiempo que aquel, pero solo es una apariencia. La herida del alma, lentamente
empieza a manifestarse como una enorme contusión hasta llenarla entera de miedo
y de dolor.
Ese
instante de miedo o de dolor del pasado, hace que regrese la cobardía y el
pesar cada mañana, memoria oculta en el alma.
Por
contra, cuando el alma, se siente libre de rémoras penosas, (aunque sigue unida
al cuerpo por un indeleble cordón umbilical), aprovecha el descanso del inconsciente
de éste, y es capaz de abandonar momentáneamente su dependencia, para sentirse
libre. Es capaz, de contemplar la balleza de una noche iluminada solamente por
las estrellas. Es capaz, de viajar por los confines infinitos del espacio
celeste. Es capaz, también, de habitar con su imaginación infinitos escenarios,
los más deseados. Puede en fin, inhibirse del pesado lastre de la jaula
material que le envuelve y le ata.
¡Que
cielo sería esta tierra nuestra si el cuerpo pudiera seguir al alma en sus
andanzas, con la misma facilidad que el alma se pliega al cuerpo!.
¿Será
el alma la culminación suprema del cuerpo, frágil manifestación del dolor y el
placer de existir?, ¿ o quizas, sea más
antigua que ese cuerpo modelado a su imagen, y solo le sirve, bien o mal, de
instrumento momentáneo?.
¿Es
válido imaginarla en el interior de la carne, establecer entre ambas esa
estrecha unión, esa combustión que llamamos vida.?
¿Las
almas tienen identidad propia?, ¿Pueden intercambiarse, pueden ir de un ser a
otro?.
¿Ha
de esperar prisionera hasta que la muerte del cuerpo la libere de su compromiso
de sumisión?.
¿Es
posible que la tristeza que transmite la ausencia de vida material, suponga la
liberación y el gozo de ella?. Y la última gran pregunta:
-¿La
disociación de su compromiso entraña a la vez el triunfo del espíritu sobre la
materia?. ¿Es el alma libre la única solución para la felicidad completa.
EL BARDO
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