Picota de Presencio

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miércoles, 23 de febrero de 2011

SINFONÍA 2

Con cierta osadía y un tanto de remedo, me dispongo a iniciar este pensamiento, continuación de otro que denominé "Sinfonía", aplicando la frase de cierto personaje que pronunció aquello de ....."como decíamos ayer"....
Hacía alusión antes, a lo agradecido que era nuestro cuerpo para asimilar de inmediato los alimentos, a la vez que ne producía tristeza y decepción porque no fuese tan ágil y aplicado el espíritu.
Por eso quiero ahora reflexionar con algo más cercano a él, como es el SUEÑO.
Creo que el sueño es como una isla emergente dentro del organismo material de nuestro cuerpo, y por ello, mucho más afín al espíritu, nutriéndose de él.
No obstante, puede adoptar dos APARIENCIAS, una conexionada umbilicalmente al hecho material de su presencia, hay que admitir que es un proceso natural y repetitivo, pero no es menos cierto, que sigue siendo por necesidad, un anexo del amor y del reposo reflejo, siendo interesante el misterio del sueño por el sueño mismo.
Y otra, que se enmarca dentro mismo de su seno, y que comporta la escenificación de visiones oníricas creadas en el cerebro, durante el reposo del cuerpo e invaden la voluntad de su dueño.
En la primera, la inevitable inmersión que noche tras noche cumple osadamente el hombre desnudo, sólo y desarmado en un océano, donde todo cambia, los colores, las densidades, el ritmo del aliento y donde quizás hasta nos encontremos con los muertos
Lo que tranquiliza del sueño, es que volvemos a salir de él y que lo hacemos inmutebles, pues una interdicción extraña nos impide traer con nosotros el resíduo exacto de ellos.
De todas las felicidades que nos abandonan con los años, el sueño es una de las más preciosas y también de las más comunes, un hombre que duerme poco o mal, tiene más tiempo para meditar sobre ello.
También nos tranquiliza que nos cure la fatiga, pero esa cura temporal, se cumple por el más radical de los procedimientos, el dejar de ser.
Con el transcurrir de los años, el sueño parece tan alejado como la salud, la juventud y la fuerza.
Igualmente, cuando somos longevos, un breve sopor equivale a los sueños intensos y prolongados de antaño, el tiempo ahora está medido por unidades más pequeñas.
Una sola hora basta ya, para cumplir el humilde y sorprendente prodigio, la sangre calienta las manos, el corazón y los pulmones vuelven a funcionar, la vida fluye como un manantial poco abundante, pero fiel.
Si pensamos tan poco en un fenómeno que absorbe un tercio de nuestra vida, se debe a que hace falta modestia para apreciar sus bondades.
El hombre que no duerme, rehusa con mayor o menor conciencia a confiar en el flujo de las cosas.
En la segunda apariencia. Soñamos hechos quizás deformados de realidades vividas o pensadas que se confunden o superponen, pero siempre asimilables por nuestro raciocinio. No pueden por tanto, hacerse presente jamás los que la razón desconoce, como la muerte.
A pesar de todo, soñar despierto, es una función que en ocasiones nos acompaña y permite que disfrutemos con una visión rápida y casi real, de todos los hechos vividos que adornan nuestra memoria. Siempre se anteponen indefectiblemente los que nos satisficieron, ya que sin saber cómo, el prodigio de nuestra mente selecciona con la mayor eficacia sólo los agradables, dejando ocultos en el armario aquellos de los que nuestra conciencia no se siente reconfortada.
Añadiré un texto que hizo sensibilizar mi alma... como si de buena música se tratara.

“Mínima alma mía, tierna y flotante, huésped y compañera de mi cuerpo, descenderás a los parajes pálidos, rígidos y desnudos, donde habrás de renunciar.
Los juegos de antaño. Todavía un instante. Miremos juntos las riberas familiares, los objetos que sin duda no volveremos a ver ..... y tratemos de entrar en la muerte, con los ojos abiertos".
EL BARDO

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