Picota de Presencio

Picota de Presencio

lunes, 12 de julio de 2010

EL RECONOCIMIENTO

Después de mucho meditar sobre el entorno familiar que nos corresponde vivir, rozando o estando, en la "gloriosa" fase del "descanso del guerrero", entendiendo por tal, ese período de nuestra vida en la que el ritmo de nuestra actividad laboral,o se relentiza, o se suspende, me doy cuenta de la cantidad de cosas que pude obviar o ignorar,tan sólo en aras de revalorizar lo externo y lo lejano.

Cierto es, que la edad, la necesidad de crear un bienestar, una base sólida que permita el desarrollo familiar adecuado, producen una nebulosa opaca que en cierto modo enturbian la nitidez de los hechos cercanos.
Cierto es, que la energía punzante de la ambición de conquista, la ansiedad de triunfo y el propio ego, nos impulsan a considerar conseguido lo que nos aguarda en nuestro hogar, y por tanto, carente en apariencia de la prioritaria atención.
Por eso, es tan sabia la vida, que aunque surja quizás un tanto tardíamente, el sosiego de los años transcurridos prende una lucecita llamativa y penetrante, para corregir ese error durante tanto tiempo cometido.
Ahora toda la atención se vierte con mayor intensidad en lo que nos rodea, se descubren cantidad de cosas
que antes pudiéramos considerar inocuas, adquiriendo una dimensión colosal rodeadas de la bella aureola de la ternura, el cariño, y el sentimiento creciente del arrepentimiento por una parte, y por otra, la necesidad de compensar a los nuestros de tanto tiempo secuestrado.
Sin embargo, en ocasiones hemos perdido la fluidez para aflorar expresiones delicadas que complementen
esos sentimientos.
Sirva pues esta pequeña reflexión para instar a los nuestros y sobre todo a la "nuestra", a comprender y aceptar nuestro reconocimiento y agradecimiento, aunque sea parco en expresarlo vivamente.
Dicho esto, no quiero dar un sentido demasiado sensiblero al relato, por lo que no me resisto a complementarlo con un poco de inocente ironía que ayude a asimilar la realidad.
Es la palabra adecuada "Reconocimiento", reconocimiento a esa persona que va tras nosotros "ordenando" nuestro entrañable desorden, que es capaz con su "Memoria Histórica" de poner en el más vivo presente aquella "pata que metiste" ahora hace ya diez años en aquél determinado lugar y ante aquéllos determinados amigos de los cuales ya ni recordamos nosotros,a esa persona que nos educa poco a poco, a entrar en esos magníicos progamas sociales, rescatándonos de la monotonía persistente de el vulgar y embrutecedor fútbol.
Y como olvidar esa extraordinaria habilidad conque nos va delimitando nuestro territorio, còmo no agradecer su magnánima benevolencia que nos insta a apreciar el territorio compartido.
Cómo no apreciar su entrega infatigable por hacernos entender que debemos hacer uso de la humildad, cómo nos demuestran que somos un poco tontos, y por tanto debemos hablar menos para no errar.
Nos ayudan con presteza, a ejercitar nuestros sentidos observación, para poder comentar con fluídez los zapatos de aquélla, el bolso de la otra y el vestido de mal gusto de la amiga, y memoria, para que ese comentario pueda ser actual en cualquier momento, en caso contrario parecer ser una falta de atención punible.
¿Cómo agradecer esa dedicación espectacular de hacer desaparecer la gabardina tipo "Colombo" que tanto nos gusta aunque "parezca ajada", o aquél jersey descolorido, que tantos años nos ha acompañado, tan cómodo, tan apegado a nosotros desde que estabamos estudiando.?
Si en vez de aplicar el concepto de reconocimiento, lo dejamos tan sólo, en "RECONOCER",
entonces llegamos al sentido exacto, y concluyente.
Significa entre otros conceptos, confesar dependencia y subordinación a "otra persona", confesar certeza de
lo que la otra dice, acatar como legítima la autoridad o superioridad siempre de la "otra persona" y por último
confesarse siempre culpable de un error o falta.
Todos estos conceptos son pues los que asumimos con mucha "honra", y a sus piés.


EL BARDO.

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