Se habla de Rollo y Picota, el primero como atributo de la jurisdiccionalidad de las villas españolas;el segundo La Picota, era el instrumento material de aplicación de las penas. marcadas en las sentencias emitidas. Este Blog desde una perspectiva intelectual y amable, tratará de hacer gala de las dos funciones descritas. Su autor miembro de la promoción de Maristas 57, se presenta con el seudónimo de Miklos.
Picota de Presencio
lunes, 21 de junio de 2010
MI PRIMERA VEZ
He de ser ágil con la pluma y raudo en la explicación, para tratar de no provocar incredulidad en el posible valiente que se atreva a leer lo que se me ocurre plantear. Pocas y ninguna cosa se puede calificar de primeriza, cuando la vida pasa de ser otoñal a sumergirse con odiosa celeridad en el último periplo que lo dulcificamos tratándolo de invernal.
Sin embargo, en mi caso quedaba una primera vez, me refiero, a un hecho harto difícil de entender dentro de mi código simple ya de vida, cuando durante muchísimo tiempo he respetado costumbres inalterables contra viento y marea, mi partidito de tenis, de los sábados y domingos
Algo en principio de aspecto un tanto trivial,deja de serlo en el mismo momento en que surge un motivo para mí inimaginable hasta ahora, nada había podido interponerse a ese suceso, nada había sido suficientemente atractivo, para sospechar siquiera, la posibilidad de sustituir ese calendario presenten en mí más de media vida hasta que aparecieron un par de "individuos", una ración de churros, un par de cafés, una tertulia impagable y una camaradería insospechada.
El hecho, para que sea entendible, ocurre, cuando el horario de mi evento deportivo de invierno, de once a una,se cambia por el de verano, de diez a doce, como quiera que la cita dominguera de la churrera tertulia se produce en el horario tempranero de nueve a once, que no me permite compaginar ambas cosas, se crea el conflicto de prioridades, y ahí surge para mí el "terrible" dilema, tenis de toda la vida o "lo otro", he ahí MI PRIMERA VEZ. (la primera vez que hago ese renuncio).
He de confesar, que esta tertulia, tiene un peso específico de inigualable contenido, puede casi considerarse enmarcado, como si de política hablásemos, de una autonomía, ya que en realidad es como una parte de ese todo formado por el "batallón" de los "magníficos" que un día un tal "Kissinger" y otros "Héroes" afines fueron capaces de localizar y aglutinar para deleite de todos.
Volviendo a nuestra localización, si bien físicamente no practico esa sección de tenis, la partida emprendida no tiene desperdicio, ¿Acaso el tal Miklos no puede ser comparado con un Federer?,éste no es más elegante, ni más guapo, además tiene enorme mano izquierda (revés), tiene enorme mata de pelo, da unos mates terroríficos y es capaz con su verbo de emular los aces del otro. A nosotros nos imparte su clases, nos culturiza con su sapiencia, nos incita a anotar determinada palabras que están fuera de nuestro léxico usual, y además comprendiéndolas. Por su parte, el "mandamás," en este encuentro, "Davidenco", no seais facilones, no me refiero al pelo, es por su constancia, su "seriedad", su constante afán de superación sus medidos golpes de "efecto" y su resolución en la "red" telefónica.
Sigo manteniendo mis galones de chófer segundón y eso me permite durante el trayecto llegar a algunas conclusiones de alto contenido con nuestro "jefe", la más preclara y consensuada, es la de que los olvidos inoportunos de, sobre todo nombres, no se deben en forma alguna a perdida de memoria como creen los seres vulgares, nuestra conclusión inteligente es, que nuestra privilegiada mente posee unos mecanismos, atributos nuestros muy personales que derivan en un don que nos distingue de los demás, se llama MEMORIA SELECTIVA, ella solita se encarga de todo.
El Bardo.
jueves, 17 de junio de 2010
PATA PALO Y LA ROJA
Hace unos días, en la tertulia dominguera y churrera, uno de mis contertulios hizo referencia a su estancia en Argentina y a su Guerra de las Malvinas en los siguientes términos: “Los ingleses manifestaron antes de partir para recuperar sus islas que si los defensores argentinos eran descendientes de los italianos la cosa estaba chupada, pero que si eran descendientes de españoles la cosa se pondría muy fea…”. Les recordé que probablemente se debía a que aunque los ingleses han intentado borrar de su historia la derrota de Vernon ante Blas de Lezo en el sitio de Cartagena de indias, aún no han olvidado la bravura de los escasos españoles que la defendían al mando de Patapalo.
Blas de Lezo, “Patapalo”, había perdido con quince años una pierna como consecuencia del balazo de un cañón el 24 de agosto de 1704 –tenía quince años- durante la batalla naval que tuvo lugar frente las costas de Vélez-Málaga entre las flotas franco-española, que defendía a Felipe de Anjou para la sucesión al trono de España, y la anglo-holandesa que pretendía imponer a Carlos de Austria. Con posterioridad, nuestro ilustre navegante quedó manco en Tolón y perdió el ojo izquierdo en el segundo sitio de Barcelona. Apenas había cumplido veinticinco años y era un “Mediohombre”, como se le conocería también.
Pues bien, este mediohombre, ya Comandante General de Cartagena de Indias, defendió -con solo 3.000 hombres, seis barcos y unos cuantos indios armados de arcos y flechas- el sitio al que la sometieron los ingleses al mando del Almirante Edward Vernon, quien llevaba bajo su mando la más imponente flota que jamás se ha fletado hasta el desembarco de Normandía: alrededor de 180 navíos y 24.000 hombre. Vernon, antes de partir y estando seguro de su victoria(se jugaba el dominio español en América) mandó acuñar monedas y medallas con los lemas de “Los héroes británicos tomaron Cartagena el 1 de abril de 1741” y “El orgullo español humillado por Vernon”. Ni que decir tiene que el orgullo español derrotó como nunca al orgullo británico y que Vernon y su flota volvieron con la más humillante de las derrotas.
Traigo hoy a colación este hecho grandioso de nuestra historia para reflexionar sobre las celebraciones de las victorias en batallas aún no celebradas. España ha ido al mundial de Sudáfrica como campeona, como virtual vencedora del torneo, con las monedas y las medallas ya acuñadas como los hijos de la pérfida Albión que ya cruzaron el océano con ellas pregonando la victoria antes de la batalla. Hoy los papanatas opinadores públicos han jugado el papel de Vernon, olvidándose de Blas de Lezo, mientras que el técnico suizo, Hlzfeld, ha jugado la partida como nuestro héroe, sabiéndose curtido y vencedor en grandes batallas, con humildad, disciplina, fortaleza física y de espíritu y fundamentalmente con la estrategia de la defensa ante un asedio: conocimiento del enemigo, método, líneas ordenadas, correcta asignación de puestos y eficacia máxima en el empleo de sus efectivos , con valor y entrega, con fuego de verdad y convicción plena de que podían derrotar a los favoritos de todas las apuestas. España hoy, al igual que Inglaterra ayer, necesitaba la victoria para con ellas acallar a un pueblo al que le falta ilusión. Deberíamos haber tenido “Patapalo” al mando.
Blas de Lezo: 3 de febrero de 1689, Pasajes, España – 7 de septiembre de 1741, Cartagena de Indias, como consecuencia de la peste que contrajo después de su triunfo sobre los ingleses.
Miklos, en Marbella a 16 de junio de 2010.
lunes, 14 de junio de 2010
EL ROSAL
Contemplar día a día el brotar después de la poda de un rosal; cuidar, mimar, alimentar esa planta, que quieta, inmóvil, en apariencia inerme, como al acecho esperando el resurgir de la calidez de la primavera, en estado latente pero con ansias de vivir, me hace sentir con una mezcla de impaciencia, expectación y tal vez amargura, la irresistible tentación de comparar el proceso de su existencia con nuestra propia vida.
Sensación estremecedora por la similitud de la vivencia de su fruto, la rosa.
Comienza con la inefable presencia del crecimiento del tallo, que promete con cierta urgencia, el nacimiento esperado, de su mayor bien oculto y más valioso.
Sólo transcurren algunos meses desde el inicio del ciclo, hasta los primeros vestigios.
La primavera se enseñorea, y nuestra planta llena de agradecimiento, se yergue, parece que quiera mirar y acercarse a, quien con meditada impaciencia, aguarda con ella la llegada de esa templanza en el ambiente que debe irrumpir con fuerza en su desarrollo.
De pronto, un minúsculo ovalillo en el extremo del tierno y verde tallo, te hace el primer guiño de vida, está ahí, es él, ha aparecido el hijo, el primer fruto esperado.
Se redoblan los cuidados, se vigila aún más su riego, se observan con más atención los posibles agresores a tan tierno retoño. Cuidado con ellos! no deben invadirlo, todos tienden a apoderarse de su indefensa hermosura, pero no! , estamos ojo avizor para no permitir daño alguno.
El pequeño aparente embrión se va formando, el antes ovalillo va creciendo y da paso a un incipiente capullito, su progresión ya es imparable, el sol le acaricia y él, con radiante alegría que transmite el ansia de vida, acelera su proceso de crecimiento.
Un día, poco después, el envoltorio verde que lo protege, como una cortinilla que se corre no pudiendo ocultar por más tiempo el tesoro que lleva dentro, deja entrever el maravilloso color rojo de sus pétalos, te muestra con suma coquetería la belleza incipiente de la pronta exhibición de toda su hermosura.
¿Hay algo más bello y atrayente que contemplar el capullo semiabierto de una rosa?.
En unos días tan sólo, pasa de tímido ser, que te permite toda la imaginación de su belleza, a mostrarse altiva, atractiva, insinuante, como mujer irresistiblemente sugestiva, que desnuda y en postura fetal, imitase a la rosa. Está dando vía libre a la apertura de sus aterciopelados pétalos para mostrarse por entero, aquella, abandonándose sin pudor ni reserva, desperezándose y estirando brazos y piernas ofreciendo su desnudez y su total intimidad.
Es tal el sublime ofrecimiento de tan inmensa visión, que la naturaleza se hace impotente para mantener mucho tiempo el éxtasis que provoca su contemplación.
Por ello, debe uno impregnarse a fondo de ese intenso regalo que nos ofrece fruto del constante cuidado que le hemos dedicado, pero sobre todo, gracias a la omnipresencia del Dios que dotó a la naturaleza del ciclo maravilloso de la VIDA.
A la consumación de esta eclosión, sucede el complemento ingrato del ocaso, la euforia se torna en tristeza, la turgencia en flacidez. Al fin... la vida en la muerte.
La amargura y la angustia asoman, sin querer, al hacerlo comparativo con nuestro propio paso vital. Los espacios de tiempo son distintos pero si bien la rosa y su periplo se repiten continuamente, nuestro fin material es único.
Por ello, paralelamente a su cuidado y esmero, nosotros debemos igualmente cultivar nuestros actos, evitar las agresiones y revestirnos de la mayor bondad para mantener nuestra alma fuerte, limpia y bella en la esperanza de iniciar en la otra dimensión un período, ahora sí, de eterna felicidad.
EL BARDO
Sensación estremecedora por la similitud de la vivencia de su fruto, la rosa.
Comienza con la inefable presencia del crecimiento del tallo, que promete con cierta urgencia, el nacimiento esperado, de su mayor bien oculto y más valioso.
Sólo transcurren algunos meses desde el inicio del ciclo, hasta los primeros vestigios.
La primavera se enseñorea, y nuestra planta llena de agradecimiento, se yergue, parece que quiera mirar y acercarse a, quien con meditada impaciencia, aguarda con ella la llegada de esa templanza en el ambiente que debe irrumpir con fuerza en su desarrollo.
De pronto, un minúsculo ovalillo en el extremo del tierno y verde tallo, te hace el primer guiño de vida, está ahí, es él, ha aparecido el hijo, el primer fruto esperado.
Se redoblan los cuidados, se vigila aún más su riego, se observan con más atención los posibles agresores a tan tierno retoño. Cuidado con ellos! no deben invadirlo, todos tienden a apoderarse de su indefensa hermosura, pero no! , estamos ojo avizor para no permitir daño alguno.
El pequeño aparente embrión se va formando, el antes ovalillo va creciendo y da paso a un incipiente capullito, su progresión ya es imparable, el sol le acaricia y él, con radiante alegría que transmite el ansia de vida, acelera su proceso de crecimiento.
Un día, poco después, el envoltorio verde que lo protege, como una cortinilla que se corre no pudiendo ocultar por más tiempo el tesoro que lleva dentro, deja entrever el maravilloso color rojo de sus pétalos, te muestra con suma coquetería la belleza incipiente de la pronta exhibición de toda su hermosura.
¿Hay algo más bello y atrayente que contemplar el capullo semiabierto de una rosa?.
En unos días tan sólo, pasa de tímido ser, que te permite toda la imaginación de su belleza, a mostrarse altiva, atractiva, insinuante, como mujer irresistiblemente sugestiva, que desnuda y en postura fetal, imitase a la rosa. Está dando vía libre a la apertura de sus aterciopelados pétalos para mostrarse por entero, aquella, abandonándose sin pudor ni reserva, desperezándose y estirando brazos y piernas ofreciendo su desnudez y su total intimidad.
Es tal el sublime ofrecimiento de tan inmensa visión, que la naturaleza se hace impotente para mantener mucho tiempo el éxtasis que provoca su contemplación.
Por ello, debe uno impregnarse a fondo de ese intenso regalo que nos ofrece fruto del constante cuidado que le hemos dedicado, pero sobre todo, gracias a la omnipresencia del Dios que dotó a la naturaleza del ciclo maravilloso de la VIDA.
A la consumación de esta eclosión, sucede el complemento ingrato del ocaso, la euforia se torna en tristeza, la turgencia en flacidez. Al fin... la vida en la muerte.
La amargura y la angustia asoman, sin querer, al hacerlo comparativo con nuestro propio paso vital. Los espacios de tiempo son distintos pero si bien la rosa y su periplo se repiten continuamente, nuestro fin material es único.
Por ello, paralelamente a su cuidado y esmero, nosotros debemos igualmente cultivar nuestros actos, evitar las agresiones y revestirnos de la mayor bondad para mantener nuestra alma fuerte, limpia y bella en la esperanza de iniciar en la otra dimensión un período, ahora sí, de eterna felicidad.
EL BARDO
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