He de decir
con toda rotundidad que en la actualidad, a pesar de todos los avances y hablando en plata, “las mierdas siguen siendo mierdas
y así lo seguirán siendo”, aunque eso sí, su estudio y valor
diagnóstico, han mejorado notablemente con la incorporación de nuevas pruebas
que identifican patologías que antes eran difíciles de diagnosticar.
En lo que a mí respecta,
me siento orgulloso de haber aportado mi granito de arena, más bien diría
“pedrusco que llevo en tós mis sentíos”, para que se haya producido esos
avances y su reconocimiento.
La experiencia me ha ido demostrando
que la “caca” es como un “cliché”, un negativo en blanco y negro, con
predominio del negro, que me ha llevado
poco a poco a la conclusión, verdadero axioma, que “lo que sale es lo que no queda dentro”. De Perogruyo.. ¿verdad?,
pero hay que trabajarlo y muy especialmente con mi querido y leal amigo, el
microscopio, que tan buenos momentos me ha deparado.
Cuando trabajo con su zoom, que me
permite pasar de 60 a
4500 aumentos y dada mi acendrada cinefilia, se me viene a la memoria la
prodigiosa escena de presentación de Anthoni Quin en Laurence de Arabia, quien
aparece en el horizonte como un punto negro y, en tiempo real, se va
aproximando a la cámara hasta un primer plano y todo ello adobado con las
reververaciones de la tierra caliente por el sol.
Siguiendo esa predilección, con el
paso del tiempo fuí enlazando “fotogramas”
hasta llegar a hacer un verdadero “montaje cinematográfico”,
primeramente en “ocho centímetros”, después en “superocho”, y finalmente
auténticos “films de celulóide rancio”,
que envasados convenientemente en sus “cajas/rollos”, antíguas y nostálgicas,
han ido engrosando una envidiable
filmoteca guardada celosamente en mi cerebro, con todo tipo de
argumentos.
Tengo temas “musicales”
deliciosos, como el protagonizado
por “Proteus
Vulgaris” y “Escherichia Coli”, quienes realizan un espectacular baile de “claqué” que nada tiene
que envidiar al de la pareja
paradigmática Fred Astaire y Ginger
Roger, en su película “Sombrero
de copa”, no faltando siquiera el incomparable “Baile del bastón”,
protagonizado en solitario por el genial Fred, no superado en toda la historia
del cine.
Guardo
otro films de “Rokc duro” interpretado por el antiguo grupo
“Los Protozoos”, formado por “Blastocystis Hominis”, solista,
“Ameba Coli” y “Giardia Lamblia” acompañamiento femenino y el gran “Trichomonas
Fecalis”, prodigioso batería y verdadero “alma” del conjunto, quienes
interpretan “El Rokc de la Prisión ”,
que ni el mismo Elvis Presley lo supera.
Otros argumentos están relacionados
con el “espionaje”. Aquí reconozco que
ninguno tan bueno como “El espía que nació del frío” de John
Le Carré, pero sí “remakes”
interesantes como el de “El
cuarto protocolo” de Frederikc Forshyte, en el que el espía inglés, del M
5, en este caso yo, identifica al espía soviético del KGB, tan malo como un
“dolor de barriga”, evitando finalmente, tras una espectacular persecución por
mi parte, tipo Bullit, que explote la “bomba fétida intestinal” de
catastróficas consecuencias.
Pero mis joyas cinematográficas son
las de “suspense”, con amplio repertorio del maestro Alfred Hichtcock. En su visión normalmente sigo
un orden, una secuencia lógica, fruto de la sistemática.
Primeramente me “empapo” de “La
soga” de doble carga metafórica: Una, por su morfología, con ciertas
reminiscencias escatológicas respecto
al “mandáo” que suelo recibir.
Otra, por el tema de la película, que
trata sobre el “superhombre”, con inteligencia superior, que considera que los
“inferiores mentales” no tienen derecho a la vida.
Gracias a Dios no es esa mi situación porque no me considero
con inteligencia superior ni “superhombre”,
aunque a veces pienso que “algo
debe haber de ello”, para aguantar
diariamente los “efluvios y vaharadas”
de los “riles” de la localidad.
Seguidamente disfruto de la “Ventana
indiscreta”, en la que, cual “voyeur” imitando a James Stewart, aunque con mis piernas
funcionantes, espío lo que pasa por el “barrio”, reconociendo que me
proporcionan muchas satisfacciones,
porque conozco a casi todo el vecindario y sus idas y venidas me distraen,
aunque a veces algunos “personajes” me
aterrorizan . Después, tranquilo y
relajado, visiono “Vértigo”, echando de menos la belleza exultante, fría y
distante de Kim Novak, hasta que en un momento determinado noto “el muermo”, “el soponcio”, “el vahído”, “El VERTIGO” , sobre todo a partir del
mediodía, momento en el que no sé si me desenvuelvo en el mundo de los vivos o
de los muertos... “De entre los muertos”.
Finalmente, y como no podía ser de otra forma, veo “Psicósis”, que esconde un
secreto, mi secreto, que más allá del lugar remoto, la casa sórdida, los
crímenes y el paranóico Norman, que
me deja paralizado, psicotizado, cuando... “después de oler la soga, mirar
por la ventana indiscreta y sufrir el vértigo, me entra la psicósis porque no tengo ni puta idea de lo que voy a poner
en el informe sobre la dichosa mierda”.
Francisco González Jaén
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